DESDE CUARTO DE GUERRA | ¿Benditas o malditas encuestas?

No puede decirse que las encuestas electorales sean algo novedoso en la vida política mexicana, pero no tenía mucha relevancia ya que la mayoría sabía de antemano que el PRI era el seguro ganador de las contiendas electorales

Carlos Mandujano

Ante la guerra de encuestas previas a una elección los políticos suelen decir, “la mejor encuesta es el resultado de la elección”.

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No puede decirse que la realización de encuestas electorales sea algo novedoso en la vida política mexicana, pero ciertamente no tenía mucha relevancia ya que la mayoría de los políticos, los analistas y el pueblo, sabía de antemano que el PRI hasta antes del 2000 era el seguro ganador de las contiendas electorales. El consenso del entonces “Partido Oficial”, se reflejaba en los altos niveles de votación obtenidos en cada elección.

Los cambios en economía y en las relaciones sociales y políticas en el país hicieron evidente el desgaste del entonces partido en el poder y el avance de la oposición. Este proceso fue lento pero notable y se hizo evidente en los últimos años, así se configuró un subsistema de partidos que refleja la pluralidad de la sociedad mexicana y por ende las encuestas electorales tienen un significado importante que ninguna fuerza política puede soslayar.

En México, por una serie de circunstancias que se relacionan con el sistema político, la realización y difusión de encuestas para recoger la opinión política de los ciudadanos era muy restringida hasta hace muy poco tiempo, lo que indicaba deficiencia no solamente del sistema, sino de la cultura política en general.

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No puede hablarse de un auge de las encuestas electorales, debido a una causa primordial: amplios sectores de la sociedad no otorgan credibilidad a esta técnica de investigación social debido a que piensan que puede ser manipulada por interés político.

La anti democracia del sistema político sería en realidad su explicación, a pesar de los esfuerzos de las empresas encuestadoras por lograr metodologías apropiadas y resultados consistentes.

Las encuestas adquirieron una gran importancia en las elecciones presidenciales de 1994, la llamada “guerra de las encuestas” tuvo como centro del debate tanto las metodologías empleadas como las empresas o instituciones que las realizaron, los responsables de su realización y quienes las financiaron.

Nancy Belden, una de las encuestadoras protagonistas de esta “guerra”, señala que había dos corrientes: la corriente profesional /metodológica que enfilaba su crítica a los aspectos metodológicos y la corriente política que en esta coyuntura se ocupó de la desaprobación de aquella información que ni apoyaba un punto de vista propio ni demostraba que el partido al que pertenecía estaba ganando, sin embargo, una y otra corriente utilizaron bases metodológicas para descalificarse entre sí. Belden concluye: “por esta vez, en 1994, el gran poder apoyó el financiamiento y la publicación de encuestas metodológicamente serias, por lo tanto, la preocupación acerca de quién patrocina las encuestas resulta legítima”.

En medio de tal clima de desconfianza, lo ideal hubiera sido que las instituciones de educación superior encabezaran la investigación sobre actitudes y comportamiento electoral -como sucede en los Estados Unidos-, pero las encuestas son una empresa sumamente cara y complicada, ya que para realizarlas con éxito requeriría de un enorme apoyo institucional y de un proyecto de largo plazo elaborado por equipos de trabajo que no existe más que limitadamente en este campo. Por esta razón, las encuestas electorales en México se realizan principalmente por empresas privadas y su financiamiento es por parte de periódicos, revistas y empresas ligadas a los medios de comunicación, así como, a los partidos políticos que cuentan con financiamiento por el INE en este capítulo y de los mismos aspirantes a una posición de elección popular.

En las recientes elecciones de Estados Unidos, al igual que en las elecciónes del 2016, los sondeos sufrieron una “interdesconexión con el votante” y a pesar de acertar en la proyección nacional, fallaron en estados clave como Florida y Texas.

Un sinfín de inconsistencias son las que viven las encuestadoras ante las dudas que dejaron sus proyecciones, lo que ha profundizado la incertidumbre respecto de los resultados de las elecciones en ese país entre Donald Trump y Joe Biden. ¿Volvieron a equivocarse los sondeos como ocurrio en el 2016? En los comicios de hace 4 años, que enfrentaron a Trump con Hillary Clinton, la candidata democrata fue apuntada por las encuestadoras como la favorita para imponerse en cinco estados clave que sellarían su victoria, sin embargo, perdió en esos cinco.

La falta de procedimientos e imaginación  por parte de los partidos políticos en nuestro país para elegir a sus candidatos se han refugiado en las encuestas y así otorgar las candidaturas, método que los ha desgastado restando credibilidad al proceso, exhibiendo en el mayor  número de veces al partido y al mismo  “ganador”, sin que los partidos políticos establezcan blindaje para esto y justificando sus decisiones al contratar a tres o más empresas de medición de opinión y trasladar a ellas la carga de la responsabilidad de la elección aunque los resultados no se hagan públicos.

De cara a las elecciones  del proximo mes de junio que seran las más grandes que se hayan realizado en México, es necesario que las autoridades electorales, los diputados, los partidos y todos los actores políticos recapitulen en sus métodos de elección, se convoque a una profunda reforma electoral que limite a los políticos el brincar de un partido a otro sin ningún decoro o principios de conducta por lo que los partidos fueron creados y aprobados  dejando de lado “la guerra de las encuestas”.

En medio de la crisis mundial de salud y economía ¿quién sera capaz de dar certeza de rumbo a Michoacán? ¿quién tendra los tamaños para el reto?

Los invito a que me compartan sus comentarios en @CuartodeGuerra. @CarlosMandujano en Twitter.