EDITORIAL | Con plan propio

La incidencia delictiva está concentrada en delitos relacionados con violencia intrafamiliar, robo patrimonial y homicidios dolosos, estos últimos los que generan la mayor estridencia mediática

Morelia, como era de esperarse, tendrá su propia estrategia de seguridad y no se sumará al mando unificado que propone el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla. Esto no significa que haya una ruptura institucional, más bien que Alfonso Martínez Alcázar tiene la idea de inyectar toda la energía para recomponer el desastre en el que se encuentra la ciudad.

La incidencia delictiva está concentrada en delitos relacionados con violencia intrafamiliar, robo patrimonial y homicidios dolosos, estos últimos los que generan la mayor estridencia mediática, pero también los más dolorosos, pues no hay manera de reparar el daño. Hasta ahora, ninguna estrategia ha sido suficiente para contener la ola de violencia que se arrastra.

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Históricamente la capital del estado ha luchado contra los gobiernos estatales en la rectoría de la seguridad pública. Ha habido desencuentros marcados en donde los beneficiados resultan ser los delincuentes, pues mientras se ponen de acuerdo o litigan en medios, el hampa sigue lastimando a la sociedad de manera despiadada y cruel.

No puede haber un divorcio entre los gobiernos municipal y estatal. Más bien cada quien debe enfocarse en los delitos que le correspondan a fin de que se abran todos los frentes necesarios que permitan ganarle la batalla a la delincuencia, quienes parecen estar más organizados y ganando terreno. El costo de no entrar a este mando unificado, aún no es medible.

No faltará quién intente sacar raja política –y las que se sumen- de esta decisión municipal, pero habrá reacción. Ahora, el Ayuntamiento tendrá que dar la contundencia necesaria que permita dar el resultado esperado, de lo contrario, no sólo habrá desencanto, sino un pago de factura por los resultados brindados a la sociedad, misma que exige resultados.

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Ya no hay tiempo para perderlo. La delincuencia está radicalizando su operación y la sociedad queda en medio, siendo víctima de robos, extorsiones, y de homicidios. Sea quien sea el responsable, cada quien debe hacer lo que le toca.