Mediterráneo

Es un disco que transforma el mar Mediterráneo en un personaje, la voz autobiográfica le canta a su niñez en esa playa, olor y luz en el primer amor que se ensancha en un pasado vivo

Gustavo Ogarrio

El disco Mediterráneo (1971) de Joan Manuel Serrat puede ser entendido y disfrutado de varias maneras. Es un disco que transforma el mar Mediterráneo en un personaje, la voz autobiográfica le canta a su niñez en esa playa, olor y luz en el primer amor que se ensancha en un pasado vivo, más presente que el presente mismo, “entre Algeciras y Estambul”, entre juegos y penas, el “sabor amargo del llanto eterno”: el Mediterráneo es para Serrat un “alma profunda y oscura”. Ya el historiador francés Fernand Braudel había estudiado el Mediterráneo como un sujeto histórico que tenía su complemento geopolítico, económico y cultural en el desierto del Sahara. Esa llanura líquida entró en un tiempo histórico de larga duración (longue durée) en la interpretación de Braudel de 1949 (El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II). Con Serrat, en 1971, ese sujeto líquido y eterno cuenta ya con su poética popular cantada.

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Otro disco que me conmovió de Serrat, un Serrat bajo el relieve de cierta madurez poética y sonora, fue Sombras de la China (1998). Un disco en el que el mar, el sueño, el amor y la poesía se vuelven a articular en un decir de imágenes estilizadas por los diferentes ritmos ya consolidados en las canciones de Serrat: flamenco y balada, piano y acordeón. Dos poemas, uno de Luis Cernuda (“Más que a una mujer”), otro de Eduardo Galeano (“Secreta mujer”), son adaptados bajo cierta cadencia rítmica que marca todo el disco. 

Después vinieron los momentos de un Serrat digamos que más excéntrico, de duetos y tríos, de covers y nuevas versiones. En esos años posteriores a las Sombras de la China,Serrat visitaba México y América Latina con una constancia notable, mientras en mí se iba apagando el deseo de verlo cantar en vivo aquellas primeras canciones que tanto escuché en la soledad de los caminos agnósticos que se abrieron después.

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