LA CASA DEL JABONERO | ¿Alguien pidió un partido?

Los recién creados no son partidos de perfiles nuevos, no hay ninguna innovación, es la misma clase política de siempre disfrazada de nueva opción

Jorge A. Amaral

Para el proceso electoral de 2024 los michoacanos tendremos en la boleta 11 opciones políticas, 7 de alcance nacional y 4 de carácter local, esto luego de que a inicios de mes el Instituto Electoral de Michoacán aprobara por unanimidad la conformación de tres nuevos partidos políticos, ya ve que de por sí en eso andamos escasos: Más por Michoacán, Tiempo por México y Michoacán Primero.

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La sociedad debe tener una participación activa en la vida democrática del estado y del país, es un derecho que muchos asumen como un deber. Cualquier ciudadano en pleno uso de sus derechos políticos puede participar en comicios electorales, afiliarse a un partido, chambear para crear uno nuevo o lanzarse por la vía independiente si tantas canicas políticas tiene para jugar.

Es extraordinario que salgan nuevos perfiles dispuestos a invertir en el negocio de los partidos políticos, eso es muestra de una cultura emprendedora, tan necesaria para generar derrama económica y crear empleos. Lo chistoso del caso michoacano es que no se trata de jóvenes emprendedores ansiosos de probar las mieles de la política estatal, porque Más por Michoacán tiene al frente al exgobernador otrora priista Jesús Reyna García; el partido Tiempo por México es dirigido por Karla Martínez, que usted me podrá decir que es una mujer joven y deseosa de trabajar por Michoacán, pero atrás de ese partido está su papá, el poderoso líder transportista y exdiputado priista José Trinidad Martínez Pasalagua. Y por último, Michoacán Primero, que encabezado por el expanista Antonio Plaza Urbina, quien figurara como delegado de la Sedesol en el sexenio de Felipe Calderón al frente del gobierno federal y luego funcionario con el entonces supuestamente independiente Alfonso Martínez (ya vieron que sin partidos es más complicado).

Distintos analistas han señalado que con la creación de estos partidos se enriquece la vida democrática del estado, que es una cosa buena; incluso sesudos neuro-analistas como Cristián Gutiérrez consideran que es excelente que haya más partidos si de lo que se trata es de acabar con el lopezobradorismo encarnado en Morena, con lo que volvemos a la misma cortedad de miras de siempre: si es para tumbarlo, adelante (en serio, chavos, cuando se deja de idolatrar u odiar todo se vuelve más claro).

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Lo cierto es que no son partidos de perfiles nuevos, no hay ninguna innovación, es la misma clase política de siempre disfrazada de nueva opción. Son partidos que nadie más que sus líderes y dueños necesitan y piden, no son ningunos héroes ni abonan a nada, pero si de lo que se trata es de joderse a Morena, vale, mas no hay que olvirar que el estado y el país no saldrán adelante sólo mandando a dormir al partido de AMLO, se necesita mucho más, se necesite una política que no apeste a lo mismo de cada proceso. Al tiempo.

El IMSS y los carceleros

Cuando estás afuera crees todo lo que te dicen, tanto lo bueno como malo, pero cuando te metes a las fauces del sistema lo ves por ti mismo, sin cortapisas, sin matices: lo ves crudo, tal cual es. A raíz del atentado del 22 de abril de este año, en que un hombre celoso llegó a balear al nuevo amor de su ex en la sala de espera del área de Urgencias del hospital del IMSS en Charo, las medidas de seguridad se han incrementado a tal grado que es tortuoso lidiar con los vigilantes, empleados por outsourcing de la empresa Hivico, la cual tiene presencia en todo el país.

Está bien, son vigilantes, su labor es vigilar, para eso le pagan a la empresa que los tiene en su nómina, pero priva entre ellos el descontrol total, la falta de organización y el “teléfono descompuesto”, porque no sólo deben rendir cuentas a su jefe de turno o quien quiera que esté a cargo, sino que además están a expensas de lo que digan los médicos y burócratas a cargo de cada área del hospital.

Si usted no ha tenido que recurrir a los servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social, imagínese la situación: tiene internado un familiar, puede ser su pareja, un hijo, uno de sus padres, su hermano o hermana. A lo mejor es algo grave lo que le está pasando a su paciente, y como la información fluye de manera burocrática, puede que lo hayan metido a quirófano a las 10:00 de la mañana, a usted le darán información pasadas las 05:00 de la tarde, si bien le va. Claro, lo más normal es ir a preguntar a la ventanilla, donde una persona amablemente debería informarle, pero se topará con una mujer malencarada, con cara de querer estar en cualquier otro lugar. Una empleada que no es doctora ni enfermera, que simplemente está, que por alguna razón ya se incrustó en el sistema burocrático de las plazas y es inamovible. Entonces, aprovechando eso, que seguramente viene contemplado en las Condiciones Generales de Trabajo, le dirá en tono cortante, muy a huevo: “No hay información, espere”. “Oiga, es que eso me dijeron hace dos horas y no me informan nada”, “¡pues yo aquí no tengo nada, al rato le avisan!”. Y entonces usted se queda cagando leches, porque esa señorita le ha puesto una piedrita más en el buche.

Ante tales circunstancias y quizá a regañadientes, decide salir a comer algo, a tomarse un café, poner una recarga o simplemente estirar las piernas. Ya más tranquilo decide regresar a ver si ya hay información, pero en la puerta del edificio se topará con dos o tres sujetos empleados de Hivico, quienes cumpliendo su deber le preguntarán a dónde va, y de ahí en adelante lo demás es un albur porque dependerá de quién esté y de qué humor ande para que usted entre. Hay quienes son accesibles si se les explica la necesidad de estar allá adentro, pero en su mayoría son unos carceleros que, si no les da la gana, usted no entra. Un día lo dejan pasar así, con sólo registrarse, y al día siguiente ya es obligatorio entrar con cubrebocas, y pese a que el reglamento expuesto afuera dice que no se puede ingresar con cobijas, frazadas ni almohadas, y que las mochilas entran pero serán inspeccionadas visualmente, si no les da la gana su mochilita con documentos, una botella de agua y un suéter no entran, pese a no estar entre lo prohibido. 

Una cosa es lo que diga el IMSS y una muy distinta es lo que indiquen los empleados de Hivico, amos y señores del instituto, poseedores de la espada de Damocles que determinan si usted entra y por cuánto tiempo. Y ni se le ocurra alzar un poco la voz, aguántese la desesperación y la impotencia, soporte la tensión y el coraje, porque ellos tienen el poder y no necesitan dar explicaciones coherentes ni contar con una base marcada en el reglamento del hospital para, de forma épica, mandar al derechohabiente a chingar a su madre.

Pero si usted ya pasó los filtros carcelarios de Hivico, si ya sorteó con la falta total de empatía de su personal de seguridad, ahora deberá ir de un lado a otro en busca de información porque nadie la tiene, nadie está facultado. Claro, los doctores están ocupados atendiendo pacientes, dando consulta o en urgencias, según sea el caso, y el personal de enfermería está al pendiente de sus labores. Entonces, ¿qué nos queda? El robusto aparato administrativo con que cuenta el IMSS. No se engañe: no se tiene una ingente burocracia administrativa porque hay una carga descomunal de trámites que atender; en realidad se ha ideado una carga descomunal de trámites que atender porque ya hay una ingente burocracia administrativa. El caso es que de estas personas nadie sabe nada, nadie tiene información, todos le dicen lo que está haciendo mal pero nadie le indica cómo se hacen bien los trámites, cuál es la ventanilla correcta, la oficina indicada. Estas personas, como los hombres grises creados por Michael Ende en su novela “Momo”, hacen que el IMSS sea una dependencia kafkiana en un aparato de Estado que de por sí pareciera salido de “El proceso”.

En fin, es el IMSS un laberinto de incertidumbre tal que cuando uno por fin está en casa con su familia no sólo agradece estar todos juntos y sanos, sino que también reconforta ya no tener que lidiar con todo ello. Sólo espero que algún día se tome en cuenta no sólo la atención de calidad a los pacientes (esa ya la tiene el IMSS en su personal médico y de enfermería), sino también la empatía a los familiares, entendiendo que son quienes se las ven negras allá afuera como para todavía andar lidiando con el humor de pendejos empoderados que a la hora de la hora, cuando un exesposo celoso llega armado, son totalmente incapaces de proteger las instalaciones porque una macana no sirve de nada frente a una pistola. Es cuánto.