LA CASA DEL JABONERO | Berrinches de oposición

La oposisicón haciendo berriches sin hacer política real, México dividido entre radicalismos, la violencia no cesa y muchos ya en preparativos para Día de Muertos… así no se puede

Muy a menudo nos olvidamos que en las redes sociales hay redes y sociedad; si la sociedad no funciona, las redes sociales tampoco.
Alfredo Vela.

Esta semana, mientras en el Senado se discutía la desaparición de fideicomisos, afuera de la Cámara, los panistas Gustavo Madero y Xóchitl Gálvez se tiraban al piso y se revolcaban en protesta por la medida determinada de la 4T, cuando bien pudieron estar allá adentro, discutiendo y cabildeando; vaya, haciendo su trabajo como senadores.

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Los senadores quisieron llamar hacia sí los reflectores, como si los debates en el Congreso de la Unión se ganaran a tuitazos. Al final los morenistas se salen con la suya y los senadores panistas antes mencionados sólo hacen el ridículo con tamaño berrinche. Pero bueno, eso es lo que podemos esperar de la oposición albiazul cuando miramos hacia sus diputados federales, quienes no se quedan atrás.

Gustavo Madero y Xóchitl Gálvez.

Como usted recordará, en septiembre, Adriana Dávila y otros 40 legisladores panistas de la Cámara Baja presentaron una iniciativa para que al presidente en turno (o sea, ahorita AMLO), a los miembros del gabinete y al fiscal General de la República se les practiquen exámenes de salud mental. Para ello arguyeron que modificar los artículos 69 y 82 de la Constitución es un asunto de interés público, pues se debe conocer el estado de salud de los gobernantes. 

Además propusieron dar a conocer el resultado de un examen de salud mental previo a la elección y de manera anual, pues señalaron que es un tema de seguridad nacional y que de no contar con éste, peligran la soberanía y la seguridad nacional, pudiendo poner en peligro la misma existencia del Estado mexicano. (¡Válgame el Señor del Amparo!).

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La diputada panista recordó que al momento existen por lo menos siete solicitudes de información sobre la salud mental del presidente Andrés Manuel López Obrador, además de las de su salud física, y todas han sido negadas por tratarse de información personal. 

Sobre esto, en 2006 pudimos haber pedido la respectiva prueba a Genaro García Luna y de pasada un examen toxicológico a Felipe Calderón.

Esa pobreza para hacer política es la que demuestra el Partido Acción Nacional, que parece haber olvidado la experiencia acumulada durante los últimos 60 años del siglo XX, cuando también eran oposición pero trataban de hacer cierto contrapeso.

A los que sí se les ve trabajo es al PRI, ya ve que el domingo ganaron elecciones en dos estados, lo que refleja que al interior se ha estado trabajando para recuperar la confianza ciudadana, y eso puede ser una probadita de lo que veremos el año que entra, cuando los partidos de oposición deberán aprovechar el descontento ciudadano para capitalizarlo en su favor más allá de las redes sociales, sino donde realmente importa, que es en las boletas electorales.

En cuanto al PRD, híjole, esperemos al 2 de noviembre.

Divididos, siempre divididos

Luego de las elecciones de 2018 muchos pensamos que México entraría en una nueva etapa, llamémosle de cicatrización, porque reconciliación es mucho pedir en un país violento. La cosa es que eso no sucedió y México sigue dividido.

Por un lado, un amplio espectro de la oposición que no propone, no construye, sólo señala, critica, se mofa, reprocha, se enoja y al final no hace nada, sino fomentar la tirria que mucha gente le tiene al presidente y todo lo que él representa. Por el otro lado, un presidente que usa la tribuna de la mañanera para señalar a quienes lo critican, medir qué columnistas han sido condescendientes con él y quiénes lo critican, cuántas veces lo han hecho y en qué sentido lo hacen.

Así tenemos a diario descalificaciones de un lado y de otro, pero lo malo es que a sus seguidores, o les dicen falacias o les dicen verdades a medias, y así tenemos a los mártires de la derecha insultando a los paladines del oficialismo, y éstos a su vez respondiendo con más ataques. Pero lo peor es que los espectadores de tan penoso espectáculo no hacen sino deslizar el dedo en la pantalla, dar alguna reacción, compartir y replicar a gran escala la dinámica de los sobrenombres, los insultos, las descalificaciones y la ignorancia.

Basta darse una vueltecita por las redes sociales para darse cuenta de la pobreza cognitiva y epistémica de millones de personas que se limitan a reprochar que López Obrador nos lleva al comunismo y que México ya es como Venezuela, y del otro lado, quienes reprochan los abusos cometidos durante la Conquista, los atropellos de 70 años de priismo, los ridículos 6 años del foxismo, el trágico sexenio calderonista y la maraña de corrupción durante el peñato, todo ello mientras olvidan el pasado de Manuel Bartlett o Alfonso Durazo, o de personajes más recientes como Leonel Godoy.

Y por eso es que uno se puede llegar a preguntar cómo vamos a poder aspirar a una mejor clase política si como ciudadanos no hacemos sino actuar como un rebaño que se deja guiar a ciegas por uno u otro pastor, sin ver que alrededor hay un montón de lobos con piel de oveja.

Ante tales circunstancias y a dos años de las elecciones, y además en vísperas de nuevos comicios el año que entra, se antoja complicado emprender la cicatrización nacional, pues seguiremos replicando dichos de líderes políticos y votando ya sea con el corazón o con el hígado, pero nunca con la cabeza bien fría.

En fin, esperemos algún día ser ciudadanos de altura para poder exigir políticos de altura, de lo contrario México seguirá volando bajo.

Octubre rojo

La tercera semana del mes de octubre cierra con casi 100 personas asesinadas, algunas de ellas mujeres, y es hora que no hemos escuchado propuestas reales de la clase política estatal en el tema de la violencia que azota a Michoacán. Será que no les interesa el tema, será que no se quieren meter en esas honduras para no pisar cayos peligrosos, será que no quieren enemistarse con nadie que les pueda ser útil en el futuro o será que simplemente les importa un carajo el tema escudados en la típica “no son los tiempos”.

Será el sereno, pero lo que sí es cierto es que nadie de los que han alzado la voz en busca de la simpatía ciudadana ha propuesto trabajar para reducir los índices de inseguridad. Veamos. Si son emanados de Morena, dirán que la violencia es producto de la corrupción del pasado o de la falta de acciones contundentes del gobierno estatal. Si quien habla es del PAN, no dirá nada sobre el sexenio calderonista, dirá que ese es tema del actual gobierno federal, que ha sido tibio con los capos de los grandes cárteles. Si quien se pronuncia es del PRD estatal, igual culpará a López Obrador, y eso porque ahorita no pueden pelearse con los del PAN y al PRI le deben mucho, así que no hay que patear el pesebre, y mucho menos la posibilidad de una muy necesaria alianza electoral.

El caso es que los gobiernos municipales no están para enfrentar cárteles, no son sus atribuciones y sus agentes no tienen preparación. El gobierno del estado puede hacerlo, pero a la hora de la hora requiere el apoyo de fuerzas federales debido a la capacidad de reacción de los grupos delictivos. Y el gobierno federal puede y debe enfrentar a los grupos delictivos, pero no hay estrategia contra la delincuencia organizada, todo se hace conforme se van dando las cosas.

Así, mientras unos no tienen competencia y otros son incompetentes, los ciudadanos quedan en medio del fuego cruzado, contando los muertos del día y esperando no entrar en la estadística.

Neta, no es necesario

Durante esta semana se dispararon los contagios de COVID-19 en Morelia, y si sacamos cuentas eso no es sino reflejo de la marejada de gente que andaba por el centro el 30 de septiembre, con ansias de hacer una noche moreliana.

Ahora esperemos otro zambombazo de contagios a mediados de noviembre, ya que haya pasado la temporada de festejos halloweenezcos y turismo de Día de Muertos.

Aunque varios municipios ya dijeron que cerrarán los panteones, la gente es necia y buscará reunirse, pasear y disfrutar con familia y amigos. Recordemos que en Uruapan y Pátzcuaro habrá eventos culturales.

No hemos entendido que las dinámicas están cambiando, que si no hay las condiciones debemos evitar los eventos multitudinarios, que si queremos honrar a nuestros muertos podemos hacerlo en casa, montando una ofrenda familiar, orar por ellos y su descanso y hablar a los más chicos sobre el significado de la fecha. Pero esto sólo es posible si nosotros le damos ese sentido al 1 y 2 de noviembre, y si no es así, ni modo, a quedarnos en casa, ver una película, jugar algún juego de mesa y ya, pero no salir a alimentar la cifra de contagios acumulados.

Foto: Samuel Herrera Jr.

Debemos actuar con responsabilidad, porque de nada sirve que muchos servicios estén detenidos y las escuelas estén cerradas si los ciudadanos nos pasamos por salva sea la parte las restricciones y decidimos ir a la playa, al evento cultural, a la Plaza de Armas de Morelia o a la fiesta en el bar. Si hacemos todo eso es peor que mentarle la madre al personal de salud que ha estado en la línea de combate a la pandemia, y a los médicos y enfermeras que se han contagiado y hasta han muerto.

Por eso, desde este humilde espacio de divagación personal le digo, eventual y querido lector: si usted es de los que decidirán salir a pasear, festejar y disfrutar en Día de Muertos, cuando sienta algún malestar no vaya al médico, no deje que lo internen, no ocupe una cama de hospital ni consuma medicamento, sólo quédese en casa, recuéstese y espere el desenlace, cualquiera que sea. Es cuánto.