LA CASA DEL JABONERO | El gen de la mentira

Si desde antes de ser candidato ya empezó a mentir, ¿cómo confiar en él en caso de que llegue a la Cámara Alta?

Jorge A. Amaral

Esta semana vino Claudia Sheinbaum a Michoacán, específicamente a Pátzcuaro y Zacapu, donde mucha gente la recibió y ella hizo lo propio al repartir autógrafos, sonrisas y compromisos. Pero además hubo una cosa bien bonita: ya no tenemos que hacerle al engabanado y llamarle “Coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación”, ahora sí podemos llamarle como lo que ha sido desde el principio: precandidata, al cabo ya no los regaña el INE.

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Bueno, la visita causó algarabía entre los morenistas, y así como uno se pone guapo cuando va a recibir invitados, los correligionarios no podían quedarse atrás, sobre todo los que van tras un cargo público. Así, en la visita de la precandidata, en primera fila, estaban muy apersonados Giulianna Bugarini y Carlos Torres Piña.

El equipo de comunicación del exsecretario general del PRD registró el hecho y mandó a los medios de comunicación una crónica bellísima en la que, como una suerte de periodismo gonzo tergiversado y muy chafa, el protagonista es él y el evento principal se relaciona con él, no con el mitin encabezado por Claudia Sheinbaum. El boletín tiene por bello título “Morenistas piden a Torres Piña para el Senado ante Sheinbaum”, y dice más o menos así:

“Un importante número de militantes de Morena coreó una y otra vez el nombre de Carlos Torres Piña durante la visita de la precandidata presidencial, Claudia Sheinbaum, bajo la intención de manifestar su apoyo al oriundo de Paracho para que sea él quien represente al partido guinda en la contienda por el Senado de la República. // ‘¡Torres Piña, Torres Piña!’, fue la consigna que retumbó en Zacapu y Pátzcuaro, en el marco de la visita de Claudia Sheinbaum a Michoacán, en un franco mensaje de que el deseo de la militancia morenista se concentra en que el exsecretario de Gobierno represente al partido en la Cámara Alta”.

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A ver, por reporteros que estuvieron en ambos mítines, sé que ni eran tantos. Es más, en un video se ven no más de 20 personas gritando el nombre del líder estatal de la corriente experredista ADN.

“La consigna fue aún más escandalosa debido a que Torres Piña movilizó a cuando menos cinco mil simpatizantes de la 4T al evento que Claudia encabezó en Zacapu, y una cifra similar en la visita de la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México al municipio de Pátzcuaro. // No había quien (Sic) silenciara dicho avasallamiento, incluso los moderadores del evento pretendían hacer esfuerzos vanos mediante el sonido que se montó para la gira de Claudia a Michoacán. Sin embargo, no funcionaron”. Según reportes de primera mano con que cuento, sí hubo quienes invocaron al exsecretario de Gobierno, pero, por ejemplo, una reportera dijo que sí se oían, pero nada ensordecedor, y otro compañero dijo que ni siquiera los había escuchado, al menos no desde donde él estaba, como para que el equipo de sonido se viera superado por los gritos de la muchedumbre torrespiñista.

Cierto, no estuve ahí, pero le creo más a la evidencia en video con que se cuenta y a los testimonios de mis compañeros que a un boletín sacado de la imaginación de quién sabe quién.

“En respuesta a la movilización masiva que Carlos Torres Piña desplegó, Claudia Sheinbaum sostuvo que no meterá mano en la definición de las candidaturas al Senado por Michoacán”. ¿Eso quiere decir que la precandidata iba a meter las manos en favor de alguien no muy querido por el equipo torrespiñista y por el bedollismo y por eso el parachense tuvo que movilizar masivamente a las no más de 20 personas que se ven gritando en uno de los videos de la gira? ¿Quién será ese por quien alguien desde la Ciudad de México podría meter las manos? ¿Quién amenaza las aspiraciones senatoriales de Torres Piña y Giulianna Bugarini? ¿Acaso su nombre empieza con “R” y termina con “aúl Morón”? Como dijo el clásico: no lo sé de cierto, sólo lo supongo.

El boletín finaliza con: “Así, el músculo territorial de Torres Piña se hizo sentir en la visita de Claudia Sheinbaum a Michoacán, tal y como lo había anticipado el morenista, quien, previo al arribo de la precandidata presidencial, anunció una movilización de cuando menos 10 mil simpatizantes de la 4T para dicha gira”. Músculo político es convocar a una marcha, a una movilización, a una concentración multitudinaria y que, efectivamente, una multitud llegue. Pero el bole habla de “músculo territorial”, que podría entenderse como un bastión del torrespiñismo. Si en realidad tiene un bastión en la zona Lacustre del estado y en la Meseta Purépecha, ¿por qué nunca ha ganado ni una diputación local por la vía del voto o ya de perdida una presidencia municipal? Ahora, si es verdad que movilizó a 10 mil personas, ¿de dónde salió el recurso?, ¿cómo los convenció de ir?, ¿llegaron por su propio pie o él les mandó camiones para el acarreo?

Pero con todo y el cuestionable boletín, tengo otros datos: cuando Sheinbaum llegó a Pátzcuaro, recargados en la valla, los aspirantes a senador esperaban saludar efusivamente a la precandidata y que ella los reconociera, que gritara “¡Giulianna! ¡Carlos! ¡Qué gusto verlos aquí, me hace muy feliz que me apoyen!”, y que ya de ahí quedaran de irse a comer, tomarse un café o degustar una rica nieve y un atole de grano, o ya de jodido que la precandidata hiciera una pausa en su discurso: “Chicos, si me dan un segundo, quiero agradecer a dos personitas muy especiales que este día nos acompañan y que sé que serán extraordinarios senadores. Amigos, quiero que les den un fuerte aplauso a Carlos y Giulianna”, y que cuando la gente los ovacionara, ellos, tímidamente, con falsa modestia, saludaran a la concurrencia que clama porque ellos lleguen a poner en alto la cuatroté en el Senado.

Eso no sucedió. Más bien, cuando Claudia Sheinbaum llegó, saludó a algunas personas cerca de donde ellos estaban, Carlos Torres Piña estiró el cuello para hacerse más visible y ya estaba preparando la mano para estrechar y el cachete para el saludo pero, oh, la decepción: estando a unos metros de ellos, Claudia se dio la media vuelta y con una sonrisa de sien a sien fue a saludar a más personas, con algunas hasta intercambió algunas palabras. Carlos y Giulianna sólo se miraron mutuamente, ella empezó a reír y él se encogió, se hizo pequeñito, apenado, desairado. No quiero meter cizaña y que se piense que la precandidata los ninguneó, quizá simplemente no los vio o a lo mejor ni siquiera sabe quiénes son, porque ellos pertenecen a la realeza política estatal, no así a nivel nacional, y tampoco han sido grandes vencedores electorales como para que sus nombres resuenen en todo México. Aunque claro que si alguien lleva 10 mil personas a tu mitin, carajo, por lo menos estrecha su mano. Así que una de dos: o Claudia es una ingrata o Carlos Torres Piña miente.

Si el exdiputado plurinominal en realidad llevó a esas 10 mil personas, quiere decir que no se han equivocado quienes afirman que Morena es el nuevo PRD, y no sólo porque del sol azteca hayan salido muchos de los fundadores, sino porque con todo y que AMLO fundó su partido pensando que fuera distinto a los demás, quienes se han integrado no han sabido mantener ese principio y más bien han llevado a Morena las prácticas de sus antiguas fuerzas políticas: el sectarismo, el clientelismo, el acarreo, la demagogia, el interés personal sobre los principios rectores del partido. Y es que, al menos en Michoacán, sí se nota una franca perredización de Morena, y hay que recordar que fueron justamente la tribu que ahora administra las ruinas del sol azteca, Foro Nuevo Sol, y la corriente de Carlos Torres Piña, Alternativa Democrática Nacional (ADN), las que terminaron por desahuciar en lo estatal a un partido que ya venía enfermando desde la dirigencia nacional.

Pero hay otra cosa y creo que es más grave que el acabose de un partido (esos se acaban cuando dejan de servir): en caso de lograr la postulación al Senado, por primera vez Carlos Torres Piña se enfrentará a una elección como candidato, debiendo conseguir votos, convencer a dos clases de electores: los que no saben por quién votar y los que por alguna razón se han desencantado de Morena.

Si desde antes de ser candidato ya empezó a mentir, ¿cómo confiar en él en caso de que llegue a la Cámara Alta? Pero no sólo eso: si para quedar bien y alzarse el cuello le miente a la opinión pública, ¿cuántas veces lo habrá hecho durante su carrera política para escalar posiciones en los partidos donde ha estado o para obtener tal o cual puesto en el gobierno? ¿Quiere decir que en Morena, como en el PRD, lleva el ADN de la mentira? Quisiera decir “es cuánto”, pero esto apenas empieza. Al tiempo.