LA CASA DEL JABONERO | Ixtláhuac puede denunciar

Hay medios que con tal de conseguir reacciones en redes sociales y visitas en sus portales con capaces de publicar cualquier pendejada

Jorge A. Amaral

El jueves de esta semana, un medio de comunicación, cuyo nombre no diré pero que tiene cuadritos en su logotipo, difundió en sus redes sociales un video en el que aparece el alcalde de Zitácuaro, Antonio Ixtláhuac, en lo que pareciera ser una habitación de su domicilio. En el video, de apenas unos segundos, se ve al alcalde haciendo ejercicio en ropa interior. Hasta ahí el video.

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Ya por la noche el edil mandó un posicionamiento en torno a la difusión del video, diciendo que se extrajo de manera ilegal, sin autorización alguna y violentando sus derechos, a la par que se abusaba de la libertad de expresión y el derecho a informar. Cierra diciendo que eso no abona a nada, no es indicativo de nada.

No soy mucho de dar la razón a políticos, pero el alcalde está en lo cierto. Cuando vi la publicación pensé “bueno, el presidente tendrá sus fans y agradecerán la difusión de este video, pero ¿por qué es importante?”. Vaya, si en el material apareciera Antonio Ixtláhuac reunido con delincuentes, planeando alguna transa, pateando a un perrito, cortando un arbolito, matando abejas, tirando basura, fumando en una escuela, acosando mujeres, ofreciendo drogas a los niños, pegándole a un viejito, estacionándose en rampas para discapacitados, diciendo que Soda Stereo fue la mejor banda de rock en español, o cualquier otra atrocidad, órale, que se difunda y se proceda contra él; pero un sujeto haciendo ejercicio en la comodidad de su casa no tiene nada de noticioso, no hay ningún interés periodístico.

Es justo ese tipo de publicaciones lo que les da en la torre a los medios ante la opinión pública. Me pregunto qué habrán pretendido cuando decidieron publicarlo, qué pensaron que lograrían o qué instrucción siguieron, si el comunity manager lo hizo sin consultar o si recibió la indicación de subirlo, porque para publicar un video así en un medio de comunicación hay que ser muy pendejo u obedecer a intereses muy oscuros, tan oscuros como el poder del dinero.

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Y no, no es que asuste ese video porque cosas más turbias se encuentra uno en la red, pero informar pendejadas es como cuando un periodista se convierte en activista político y se sigue ostentando como de este gremio, y con su etiqueta de periodista ataca o defiende a personajes políticos o posturas ideológicas, o bien aquellos que sólo van por su beneficio económico. Es gente que abarata este oficio, que lo hace ver como cosa sencilla y sin importancia que cualquiera puede hacer, y por eso vemos a tantos influencers de redes sociales o youtubers queriendo aparecer como periodistas sin serlo, sin tener el oficio ni la experiencia, ni mucho menos la ética, sin saber siquiera cómo hacer una entrevista.

Hay medios que con tal de conseguir reacciones en redes sociales y visitas en sus portales con capaces de publicar cualquier pendejada, aun violentando los derechos de otros, porque actúan más como mercenarios, no entienden que unas visitas o unos likes no valen poner en entredicho la credibilidad y la seriedad que como periodistas debemos tener.

Pero por otro lado, este medio, al difundir un video sin consentimiento de Antonio Ixtláhuac, está invadiendo y exponiendo su privacidad, vulnerando su derecho a la intimidad, y si lo desea, el edil puede recurrir a la Ley Olimpia para proceder contra quien lo exhibió.

Recordemos que la Ley Olimpia surgió debido a que en 2012, Olimpia Coral Melo fue víctima de su pareja sentimental, quien, sin su consentimiento, difundió un video íntimo. Y la mujer, como cualquiera en esa situación, se vio impotente ante la falta de un marco jurídico que la protegiera y castigara al agresor.

Durante años Olimpia Coral luchó contra las afectaciones emocionales y psicológicas que la difusión del video dejó en ella, pero también batalló contra las limitaciones para conseguir que su expareja fuera castigado hasta que, luego de mucho activismo, logró en 2018 que se aprobara un conjunto de reformas que llevan su nombre: Ley Olimpia, mediante la cuales se castiga el acoso digital. Por fin miles de víctimas ahora tienen la oportunidad que ella no tuvo.

Así, la Ley Olimpia es ese conjunto de reformas legislativas que reconocen y sancionan los delitos que violan la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales. Para que esta ley se aplique, el primer paso es tener muy claro qué acciones violentan la intimidad y así tener certeza de a qué se le puede considerar “violencia digital”: videograbar, audiograbar, fotografiar o elaborar videos reales o simulados de contenido sexual íntimo. Si se hace esto, sin consentimiento de la víctima o mediante engaños, es constitutivo de delito contra la intimidad sexual.

Pero no sólo lo anterior queda dentro de la Ley Olimpia, pues exponer, distribuir, difundir, exhibir, reproducir, transmitir, comercializar, ofertar, intercambiar o bien compartir imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona. Cualquiera de estas acciones u otra que atente contra la integridad, la dignidad y la vida privada mediante medios impresos, correo electrónico, mensajes telefónicos, redes sociales o cualquier medio tecnológico, es considerado violencia digital, el delito del que Antonio Ixtláhuac fue víctima por parte de un medio informativo. Así que, si se lo propone, el alcalde de Zitácuaro puede denunciar, ¿o por miedo a bronquearse con un medio influyente permitirá que su agresor quede impune? Al tiempo.

Tony ha muerto

Hace muchos años, cuando se acostumbraba comprar discos compactos, me topé con uno: “Bennett & Basie swing”, uno de tantos que hay grabados por el jazzista Count Basie y el crooner Tony Bennett. Desde el primer track el disco me atrapó: “Jeepers creepers”. Por aquel entonces, principios de los dosmiles, ya me estaba interesando en el jazz y tenía cierto gusto por la música de Frank Sinatra, pero cuando escuché la voz de Tony Bennett de inmediato me conquistó: suave pero con mucha presencia, como un amigo que te platica con toda amabilidad, pero también como si alguien te cantara al oído canciones que ya conoces. Así de íntimo y familiar es escuchar a Tony Bennett.

Es curioso porque, por ejemplo, Frank Sinatra siempre estuvo en un pedestal: “yo, cantante extraordinario, deleitaré tu oído”. Pero Tony no, su canto era más familiar, escuchar sus discos es como decir “oye, este es mi cuate el crooner”. Gracias a esas cualidades tuvo una carrera de más de 70 años y ahora, este viernes, nos ha dejado a los 96 años de edad, aunque ya desde 2021 se retiró de los escenarios debido al Alzheimer que lo aquejaba desde 2016.

Claro, el consenso general es que Sinatra ha sido el mejor crooner, pero Bennett supo crear su propio estilo sin aspavientos ni subrayados, sin dramatismo en las baladas, sin euforia en las piezas rápidas. No, Tony Bennett deslizaba con suavidad su voz de barítono, con toda elegancia y naturalidad, y por eso se sentía siempre cercana su voz, pues aunque la letra fuera melancólica, su voz le daba cierto optimismo, como el amigo que te dice que sí, quizá todo está del carajo, pero ya pasará. Y así estuvo durante 70 años, acariciando el oído del público entre baladas pop y piezas de jazz, géneros en los cuales se movió y conjugó siempre que pudo, porque el jazz era su amor, pero la disquera le pedía baladas.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, donde fue combatiente, Anthony Dominick Benedetto fue descubierto en 1950 y contratado por Columbia, donde el ejecutivo Mitch Mitchell lo encarriló hacia la balada pop, debido a que despreciaba el jazz, pero hacia 1957, obsesionado con la forma de cantar y tocar de Louis Armstrong, se apasionó por el jazz, así que en contubernio con el pianista y arreglista Ralph Sharon, su director musical de cabecera, grabó el extraordinario disco “The beat of my heart”, acompañado de un septeto en el que estaban, por ejemplo, Art Blakey, Chico Hamilton, Jo Jones y Herbie Mann. Y para sellar su amor con el jazz, en 1958 grabó su primer disco junto a la big band de Count Basie.

Ya en este siglo lo vimos cantando con un montón de artistas contemporáneos en sus discos de duetos, en los que, debo decirlo, la capacidad vocal de Christina Aguilera y Lady Gaga me sorprendieron enormemente.

A pesar de su deceso, el viejo Tony no se fue, sigue siendo ese amigo que se pone a cantar cerca de ti, ese camarada con quien escuchas jazz y te hace sentir que hasta tú podrías hacerlo. En fin, queda su música, su voz de terciopelo para hacernos sentir a gusto, el jazz de su corazón en sus discos. Es cuánto.