LA CASA DEL JABONERO | Morena, pese a la oposición

Con base en mediciones, hay serias probabilidades de que Morena se imponga en por lo menos 4 de los 6 estados donde hoy hay elecciones.

Jorge A. Amaral

Las mediciones apuntan a que Morena se impondrá en por lo menos cuatro de los seis estados que elegirán gubernatura este domingo, pero en los otros dos también lleva ventaja, aunque más tenue. Todo ello muy a pesar de una oposición desdibujada y desvirtuada.

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Los comicios electorales de este domingo 5 de junio ofrecen un escenario interesante, en el entendido de que cualquier pronóstico es una aproximación con base en encuestas realizadas y que muestran resultados que apuntan a lo que podría ser el resultado. Claro, habrá que esperar los conteos oficiales de los órganos electorales.

Con base en mediciones, hay serias probabilidades de que Morena se imponga en por lo menos 4 de los 6 estados, puesto que los candidatos de este partido llevan una clara ventaja en Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas. Esto quiere decir que la proporción de estados ganados por Morena sería similar a la de los comicios de 2021, pues el partido fundado por Andrés Manuel López Obrador ganó en 11 de los 15 estados en que hubo comicios.

A diferencia de 2021, en que en la mayor parte de los territorios la ventaja a favor de Morena se fue cerrando durante la carrera electoral, en 2022 este no parece ser el patrón. En estados como Tamaulipas o Quintana Roo las diferencias se han mantenido y en los casos extremos de Hidalgo y Oaxaca se han ampliado.

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La fuerza electoral de los dos principales partidos opositores del país en 2021 en su votación para la Cámara de Diputados fue muy similar. Por el Partido Acción Nacional (PAN) votó poco más del 18 por ciento, y por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), un poco más del 17 por ciento. Sin embargo, esta preferencia no se ve reflejada en sus candidatos a gobernador.

Tomando como base datos de Demoscopía Digital hasta el primer día del mes, para este domingo, en Aguascalientes, la candidata panista, arropada por la coalición Va por México, María Teresa Jiménez, está en ligera desventaja frente a la morenista Nora Ruvalcaba, ya que la declinación de la candidata del Verde y PT en favor de Morena no amplió el margen. Hasta el primer día de este mes, la candidata aliancista tenía 39.8 por ciento de intención del voto, ante el 40.9 por ciento de la abanderada de Morena.

Un caso similar es el de Durango, donde la intención del voto está muy reñida, pues el candidato de Va por México está ligeramente por debajo de la morenista, Marina Vitela, quien tenía 43.9 por ciento de intención del voto, mientras que el candidato de PAN-PRI-PRD, Esteban Villegas, contaba con el 42.8 por ciento. Esto indica que podría ser una votación muy cerrada.

En Hidalgo es más amplia la ventaja para el partido de AMLO, que encabeza la coalición con PT y Nueva Alianza. Su candidato, Julio Menchaca, tenía el 54.8 por ciento en intención del voto, mientras que su más cercana contrincante, Carolina Viggiano, de Va por México, apenas reunía el 28.6 por ciento. De los demás candidatos, ninguno superaba el 7 por ciento.

En Oaxaca la tendencia es muy similar, puesto que Salomón Jara, de la coalición encabezada por Morena, contaba con el 57.9 por ciento en la intención del voto, muy lejos de su rival más cercano, el priista Alejandro Avilés, por quien el 25.8 por ciento de los encuestados se decantó. Por su parte, la panista Natividad Díaz apenas llegaba a 76.1 por ciento.

Otro estado donde Morena dobla en intención del voto a sus contrincantes es Quintana Roo, puesto que Mara Lezama, de Morena-PT-Verde, tenía el 49.7 por ciento, sobre los 21.6 puntos porcentuales de la panista-perredista Laura Fernández. El candidato de Movimiento Ciudadano, José Luis Pech, llegaba apenas a 13.3 por ciento y la priista Leslie Hendricks se quedó en 7.4 por ciento de la intención del voto hasta el 1 de junio.

Finalmente, en Tamaulipas la ventaja morenista también augura pocas sorpresas para el domingo, ya que el candidato de Morena, en coalición con el PT y el Verde, Américo Villarreal, tenía el 57.3 por ciento en la preferencia del electorado, sobre el 35.8 por ciento del abanderado de Va por México, César Verástegui. El candidato de Movimiento Ciudadano, Arturo Díez, apenas si lograba reunir el 5.1 por ciento.

En resumen, todo apunta a que hoy domingo estaremos ante una elección con resultado predecible, con pocas sorpresas. Habrá algunas similitudes con el proceso de 2021 y algunas claras diferencias explicables probablemente porque no es un proceso concurrente. No hay una campaña nacional que afecte las elecciones locales. Veremos el domingo por la noche o el lunes por la mañana los resultados oficiales y, como siempre, algunos datos inesperados. En última instancia, lo anteriormente enunciado son sólo escenarios probables, dado que la decisión la reflejarán los electores de estos estados hasta este domingo.

Esto nos lleva a pensar que la oposición, pero la que realmente puede incidir en algo, no la de las redes sociales, ha sido poco eficiente para frenar a Morena y, en última instancia, a su némesis: Andrés Manuel López Obrador.

Los partidos opositores han quedado mucho a deber, no han sabido reposicionarse entre quienes pueden hacer la diferencia: los indecisos, aquellos a quienes les de igual el color. Sí, el PRI y el PAN (del PRD ni hablamos) tiene una sólida base de militantes y detractores del régimen actual, quienes de forma visceral atacan hasta los zapatos del presidente o la apariencia física de sus correligionarios y adeptos, pero de ahí no ha pasado. Me explico.

Sainetes de la oposición

En su mayoría, los políticos mexicanos sólo son una caricatura de sí mismos, por eso es que su labor no es para tomarse en serio.

Cuando no se tienen argumentos ni propuestas, siempre queda la denostación como recurso discursivo, y en ese sentido es que siempre se busca el insulto más jacarandoso, el sobrenombre más ingenioso, el juego de palabras más afilado.

Eso no es de ahora, la política siempre ha sido propensa a la comicidad y el mexicano tiene la mordacidad en el ADN. Pero lo malo de esto es que todo lo demás se olvida y la mofa ocupa el lugar de honor en las discusiones. Está bien el sentido del humor, pero ya hay gente que se dedica a eso, como los moneros que hacen sátira política, los comediantes, la gente que hace memes para redes sociales. Vaya, eso debe quedar como tema de café simplemente, como parte de lo que la gente dice. Pero cuando esa dinámica los primeros que la ejercen y difunden son los mismos políticos, su oficio queda totalmente despojado de seriedad.

Igual ya le había platicado alguna vez, pero recuerdo una vez que me tocó ir a cubrir una rueda de prensa del PRD y sus correligionarios partidos de derecha. Reportero inexperto e inocente, pensé que se fijarían posicionamientos bien fuertes, que se diría algo importante, que se trazaría una ruta para corregir el rumbo del estado y el país. No: toda la rueda de prensa fue como sintonizar el segmento chafa de stand up mexicano en Comedy Central. Todas las participaciones estuvieron ricas en chistes y comparaciones hilarantes sobre el hoy partido oficial. Ahí descubrí que lo que le dio en la torre al PRD no fue el fortalecimiento de Morena, sino el cambio de prioridades: la comedia se volvió más importante que su militancia.

Sintonice usted el Canal del Congreso cuando haya sesiones, ya sea en el Senado o en San Lázaro, y se dará cuenta de ello. Esta semana los senadores nos dieron un patético y penoso espectáculo: Lilly Téllez llamando “Changoleón” al diputado Gerardo Fernández Noroña, quien tampoco vende piñas y aprovecha cualquier ocasión para denostar y poner sobrenombres a diestra y siniestra. Luego de la disputa verbal entre Noroña y la exmorenista, el senador priista Mario Zamora, haciendo uso de la máxima tribuna del país, llamando “chavalón” a Noroña, lo retó a darse un tiro.

Ese es el nivel del debate en la Cámara Alta, tal es la envergadura de la discusión en el Senado: sobrenombres, descalificaciones, insultos, afrentas, pero en ningún momento propuestas serias. Es notoria la ausencia total de argumentos, la pobreza discursiva. Y es que eso ha sido Lilly Téllez como legisladora: puro grito sin sustento, sólo dejando ver su clasismo y racismo hacia el partido que la puso donde está. Pero bueno, no es su culpa, es culpa de quienes votan a tontas y a locas, de quienes apoyan a un partido o a un político con los ojos cerrados. Por desgracia el elector mexicano promedio no acostumbra cruzar su voto, sino que se deja ir tachando todas las boletas por igual, y entonces puede estar tomando la mejor decisión para gobernador o presidente pero al mismo tiempo estar sufragando por un auténtico paria para diputado o presidente municipal, por poner sólo un ejemplo.

Así, entre un líder nacional priista expuesto en sus corruptelas con un lenguaje que haría sonrojar a cualquier barbaján, un partido de Estado que mueve las leyes a modo para satisfacer los designios de su líder, con políticos de vergonzoso pasado ahora envueltos en el manto de la pureza morenista, con una oposición norteada, perdida, sin rumbo, sin un programa real, que apela sólo al rencor, mientras el presidente hace lo mismo, México es un país políticamente jodido.

Acá, por ejemplo, hay un presidente municipal diciendo que Morelia es como Suiza mientras matan a 6 personas en una mañana y ante ello, el líder estatal del PRI, lejos de promover una agenda de seguridad para que sus correligionarios la lleven a los ayuntamientos y al Congreso local, hace lo que mejor sabe: grilla barata, sin contenido ni sustento. Pero no tiene la culpa el político, sino el que lo hace funcionario.

Mucho se usa el dicho de “parecer verduleras” o “pelear como verduleras”. No, creo que el pueblo de México les debe una disculpa a las personas dedicadas a la venta de frutas y verduras, porque ellos hacen algo lícito, necesario y, sobre todo, provechoso para el país, cosa que no se puede decir de la clase política enquistada en las curules.

Ojalá que hoy se tomen buenas decisiones y que eso sirva como precedente para un voto razonado en 2024, o la política seguirá siendo el más penoso espectáculo. Es cuánto.