LA CASA DEL JABONERO | No son presuntos, son estudiantes

Antonio Aguilar Estrada se debate entre la vida y la muerte y miles de personas, en la comodidad de su casa, deslizando el dedo en la pantalla del celular, se regodean y alegran por la desgracia de una familia

Jorge A. Amaral

Antonio Aguilar Estrada es alumno de nuevo ingreso de la Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga, de Tiripetío. Es originario de la comunidad de Aranza, municipio de Paracho, y el domingo 24 de julio estaba con sus compañeros haciendo labores de boteo en la carretera Morelia-Pátzcuaro, a la altura de la desviación a Tiripetío, donde son comunes los bloqueos y manifestaciones de los alumnos de este plantel.

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Los estudiantes detuvieron un camión de la línea Purépechas, a los que ya se les puede considerar “clientes” de los normalistas, quienes los secuestran para sus traslados, los retienen y vandalizan, lo mismo que unidades de otras empresas.

Cuando Antonio aún estaba a bordo del camión, el chofer arrancó, avanzó 100 metros y sus compañeros vieron cómo el joven normalista salía disparado de la unidad, cayendo sobre el pavimento.

Las imágenes son elocuentes: el joven inconsciente y bañado en sangre no deja matizar la gravedad de las lesiones. Como es costumbre, porque a su servidor le ha pasado, transcurrieron más de 40 minutos para que por fin una ambulancia se llevara a Antonio, quien, según sus compañeros, fue rechazado en distintos hospitales de la ciudad, hasta que, por medio de acciones de presión, como el bloqueo de la vialidad, fue admitido en el Hospital de Especialidades del ISSSTE.

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Según el diagnóstico, Antonio sufrió fractura en una mano, tiene 8 costillas rotas, daño en el 50 por ciento del cráneo, perdió el 70 por ciento de su sangre y, según el pronóstico de 5 especialistas que lo han atendido, su probabilidad de morir es del 80 por ciento.

Por otro lado, choferes de autobuses se manifestaron en la Terminal de Autobuses de Morelia en exigencia de un alto a los actos violentos de los normalistas durante las protestas, señalando que, además de las retenciones, han sufrido malos tratos por parte de los estudiantes, llegando incluso a los golpes, sin contar los cuantiosos daños a las unidades.

Pero fíjese usted que en la página de Facebook “Prensa Benemérita y Centenaria ENRVQ Tiripetío” se publicaron videos de 2020 en que se ve a un chofer retenido, al cual están tundiendo a punta de bebidas, lo hacen bailar y sonreír a ritmo de banda y hasta lo obligan a echarse unos corridazos. No, hombre, ni los narcos llegan a tanto.

Algo que siempre llama mi atención cuando suceden cosas como lo ocurrido a Antonio es la insensibilidad, la falta de empatía y hasta la ruindad de muchas personas, sobre todo en las redes sociales, donde, con un celular y conexión a internet, cualquiera puede decir cuanta sandez le salga del pecho.

Sí, a todos nos han afectado las manifestaciones, muchos llegan tarde a sus estudios, a sus trabajos o demás compromisos por quedarse varados en un bloqueo. Muchos trabajadores de empresas han visto las unidades a su cargo retenidas, saqueadas y hasta quemadas sin poder hacer nada para impedirlo, pero de ahí a alegrarse porque un joven se debate entre la vida y la muerte, vaya que hay que ser cretino.

En el momento que nacieron las redes sociales se abrió ante nosotros la posibilidad de establecer contacto con amigos, seres queridos y personas afines a nuestros gustos, preferencias y puntos de vista; comunicarnos con familiares y amigos con los que el teléfono era el único medio de contacto. Hoy las redes son una plaza digital donde lo mismo podemos reírnos de alguien haciendo el ridículo que destilar odio a diestra y siniestra.

Cuando se publicó la nota de lo sucedido con Antonio, las reacciones en Facebook fueron de risa, y los comentarios, de celebración. No citaré aquí lo que la gente escribió porque, la verdad, me sentí asqueado.

Los normalistas se han ganado a pulso el repudio a sus manifestaciones, y el hecho de emitir mensajes todos con el rostro cubierto levanta sospechas entre la gente de Facebook, que ya ve usted que es una red social donde todos son expertos en todo. Pero los medios también abonan a ello, porque la mayoría se queda con el boletín de gobierno condenando hechos y llamando al diálogo, con las declaraciones de empresarios que exigen alto a las afectaciones en su contra (y tienen todo el derecho), incluso es común leer en los encabezados palabras como “supuestos estudiantes”, “presuntos normalistas”, y con ello se les despoja de toda legitimidad. Son muy pocos los periodistas que buscan la otra versión, que hacen eco a las demandas de los estudiantes, que buscan la raíz del problema, como el uso político y como grupos de choque que históricamente partidos y políticos hacen de estos grupos.

Si los normalistas se manifiestan para exigir plazas automáticas es porque en el pasado con eso se les premió a los líderes por apoyo político del gremio en favor de un partido o un candidato; si los maestros se manifiestan, es porque los gobiernos hacen compromisos y no se cumplen.

Por lo pronto Antonio Aguilar Estrada se debate entre la vida y la muerte y miles de personas, en la comodidad de su casa, deslizando el dedo en la pantalla del celular, se regodean y alegran por la desgracia de una familia. Y no, Antonio y sus compañeros no son “presuntos” ni “supuestos”, son estudiantes normalistas. Es cuánto.