LA CASA DEL JABONERO | La muerte anda en moto

Ante la creciente ola de delitos cometidos a bordo de motocicletas en la cuidad, algunas de las medidas de seguridad completamente absurdas, que solo estigmatizan y no atacan el problema.

JORGE A. AMARAL

El día de ayer, en el distribuidor vial de la salida a Charo, en Morelia, un teniente de la Secretaría de Marina fue asesinado a balazos mientras iba en una camioneta. Los asesinos, según trascendió, eran dos sujetos que viajaban a bordo de una motocicleta. Como es habitual cuando se da un hecho delictivo en la capital del estado, los integrantes de Revolución Social hicieron una transmisión en sus redes sociales, y como también es habitual en este tipo de casos, de nuevo pusieron sobre la mesa la necesidad de que se regule el uso de motocicletas, pues, dicen, es habitual que los criminales se muevan en este tipo de vehículos dada la facilidad para desplazarse.

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Ante ese comentario, los fieles seguidores de la agrupación liderada por Guillermo Valencia hicieron eco, señalando que se debe prohibir que dos personas se transporten a bordo de una motocicleta. Es verdad que no sólo en Morelia… es más, ni siquiera exclusivamente en México, sino en América Latina en general, los homicidios se cometan a bordo de estos vehículos. Pero la solución, volviendo a las calles de Morelia, no es evitar que dos personas viajen en una moto, como tampoco se resuelve nada si se emprende una persecución hacia los motociclistas, pues eso ya sería violatorio de los derechos de quienes usan este medio de transporte para desplazarse por la ciudad.

Decir que se debe detener para revisar a cualquier par de personas que viaje en una moto, pues eso los hace sospechosos de algún delito, es tan imbécil como decir que hay que detener a cualquier grupo de tres o cuatro individuos que viajen a bordo de un coche o camioneta, y más si la unidad es de modelo reciente. Eso haría que cualquier familia o grupo de amigos o compañeros de trabajo sean sospechosos, y daría pie a abusos y corrupción.

La medida planteada en reiteradas ocasiones por Revolución Social desde el asesinato del diputado Erik Juárez Blanquet, el 10 de marzo de 2020, es una reverenda jalada de pelos, puesto que implica estigmatizar, lo cual es una violación a los derechos humanos.

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Se sabe que muchos delincuentes gustan de cierto tipo de tatuajes, entonces hay que poner retenes y, además de pedirles documentos de identificación y del vehículo que se conduce, también hay que desvestirlos y ver que no estén tatuados. Eso se dio mucho en Centroamérica cuando se emprendió la guerra contra la Mara Salvatrucha, cuyos miembros se tatúan códigos distintivos de esta pandilla, y aun así la medida no funcionó del todo, pues los miembros reclutados después evitaron tatuarse ciertas imágenes y símbolos precisamente para eludir a las autoridades.

Por qué no, en lugar de estigmatizar a quienes usan cierto tipo de transporte, mejor no se busca que todos los vehículos que circulan en la entidad estén debidamente regularizados, con bases de datos confiables y actualizadas sobre cada vehículo y su propietario, lo cual, reforzado con un eficiente sistema de cámaras de vigilancia, puede ayudar a rastrear aquella unidad, que al ver su número de matrícula, permita saber quién es el dueño y si tiene reporte de robo.

Ahora bien, la lucha contra el robo de vehículos debe reforzarse más, pues este delito no sólo es lesivo contra el patrimonio de la ciudadanía, sino que, además, es sabido que los delincuentes, ya sean motosicarios o grupos armados, se mueven en unidades robadas, que no les cuestan y que por eso les resulta fácil abandonar en cualquier predio o calle una vez consumado el crimen.

Se entiende la preocupación de los miembros de Revolución Social, pues ellos llevan años luchando contra este delito desde la trinchera ciudadana. Con sus fallas, errores y disparates en algunas ocasiones, pero el resultado de su labor ahí está, y no por nada tienen un amplio respaldo social, ya que, al hacer cosas que la autoridad a veces no logra, la gente tiene la impresión de que el grupo de Guillermo Valencia llena un vacío que el Estado deja a merced de los criminales. Pero ese es otro tema.

Ahora, este año, se viene una gran oportunidad para reforzar las acciones contra el robo de vehículo, ya que con la regularización de autos “chocolate”, estas unidades estarán en el sistema, lo que las hará más fáciles de rastrear, ya que en muchos casos los paisanos que traen sus trocas del Gabacho sufren robos y asaltos.

El tema no es menor, pues hay que considerar que, a nivel nacional, hasta noviembre de 2021 fueron robados 128 mil 516 automotores, de los que 99 mil 012 eran autos de 4 ruedas y 29 mil 479 fueron motocicletas. En el mismo periodo de 11 meses, pero a nivel estatal, estamos hablando de 5 mil 023 unidades, de las que 3 mil 627 eran carros de 4 ruedas y mil 406 eran motocicletas. De esos robos, 2 mil 222 fueron cometidos con violencia.

Entonces, más que satanizar a quienes viajan en motocicleta y cometen el gravísimo error de llevar a su pareja, a un familiar o compañero de trabajo, mejor hay que reforzar los mecanismos para combatir el robo de vehículo, aparejado con sistemas de vigilancia y operativos policiacos eficientes que permitan rastrear las unidades involucradas y detener a los criminales.

Por lo pronto, el año va iniciando y se antoja complicado en muchos aspectos. Con todo y eso, le deseo a usted y a los suyos que en 2022 las tribulaciones sean más fáciles de sortear, los conflictos encuentren pronta solución y la economía nos resulte más benévola. Es cuánto.