JUEGOS DE PODER |Sobre la gasolinería con armas nucleares

¿Cómo es posible que, en unas pocas horas, un puñado de combatientes de Wagner tomara el control de la ciudad sureña de Rostov del Don y hubiera marchado rumbo a Moscú quedándose a 300 kilómetros de distancia?

Foto: twitter

LEO ZUCKERMANN

Yo creí que la frase “Rusia es una gasolinería con armas nucleares” era del finado político estadounidense, John McCain. Me entero que no es así. Pero igual me parece una gran definición. Rusia, después de la caída de la Unión Soviética, quedó como una economía emergente. Su Producto Interno Bruto per cápita es similar al de México. La realidad es que está lejos de ser una potencia económica.

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Se tenía la idea que Rusia sí era una potencia militar. La guerra en Ucrania ha despertado dudas legítimas sobre la fuerza real de sus tropas. Contra la idea que los rusos ocuparían ese país en unos cuantos días, el hecho es que llevan ya más de un año empantanados sin poder avanzar e incluso perdiendo territorio que ya habían dominado.

Ahora bien, este esfuerzo bélico se ha realizado con armas convencionales. Lo que no se puede negar es que Rusia sí tiene un amplio arsenal de armamento no convencional: químico, biológico y nuclear. Esos “juguetitos” es lo que hacen de esa nación una amenaza para toda la humanidad.

El viernes, el Grupo Wagner (compañía privada de mercenarios contratados por Rusia para actuar en distintos teatros bélicos incluyendo Ucrania) se amotinó en contra del gobierno de Vladimir Putin. Esto debe preocuparnos, y mucho, precisamente por el inventario de los arsenales químicos, biológicos y nucleares del Ejército ruso.

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¿Cómo es posible que, en unas pocas horas, un puñado de combatientes de Wagner tomara el control de la ciudad sureña de Rostov del Don y hubiera marchado rumbo a Moscú quedándose a 300 kilómetros de distancia?

¿Así de mal están las fuerzas rusas convencionales?

A mí lo que me preocupa es que un mercenario desequilibrado como Yevgueni Prigozhin eventualmente pueda apropiarse de armamento no convencional por el descuido de las tropas rusas.

El motín, sin duda, representa un duro golpe para Putin. Resulta que no es el líder todopoderoso que presume ser. Por horas desapareció de escena. Ante la falta de información, se especuló mucho sobre lo que estaba sucediendo. El mandatario ruso tuvo que enviar a su adlátere, el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, a negociar con Prigozhin.

Cierto, el motín lo pudieron desmovilizar en un día, pero la imagen de Putin queda afectada.

¿Qué está pasando en Rusia? ¿Qué tanto poder conserva Putin? ¿Habrá otros focos de rebelión interna en el Estado? ¿Cuál ha sido el desgaste de los mandos de las Fuerzas Armadas rusas después de la debacle en Ucrania?

Al momento de escribir estas líneas, Putin no ha anunciado ningún cambio en su gabinete ni en el liderazgo militar. Recordemos que el objetivo del motín de los mercenarios de Wagner era reemplazar al Ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, y al jefe del Estado Mayor, Valeri Guerasimov.

¿Los dejará Putin o les cortará la cabeza como pretendía Prigozhin?

De hecho, otra de las preguntas centrales de todo este enredo es qué habrá negociado el bielorruso Lukashenko​, a nombre de Putin, con Prigozhin? ¿Por qué el  amotinado acabó parando su avance a Moscú y ahora niega que pretendiera llevar a cabo un Golpe de Estado?

De acuerdo al portavoz del Kremlin, Prigozhin se retirará a Bielorrusia y las operaciones militares de Rusia en Ucrania continuarían sin cambios. Como si no hubiera pasado nada. Ajá.

Pero vaya que pasó. No se puede minimizar lo sucedido. Es clarísimo que la ocupación militar rusa en Ucrania ya está teniendo consecuencias políticas en Rusia.

Este fin de semana se hizo famoso el personaje de Yevgueni Prigozhin. Su vida es como para una serie televisiva. De joven, pasó nueve años en la cárcel por robo. Era el ocaso de la URSS. Para sobrevivir, vendió perros calientes. En esos años convulsos, compró parte de una cadena de supermercados y abrió un restaurante. Conoció a Putin y se hizo famoso por servir comidas al Kremlin. Lo comenzaron a conocer como “el chef de Putin”. Expandió su negocio de comidas al Ejército y colegios públicos. Incursionó en el negocio de las armas y, finalmente, en el de los mercenarios. Fue así que llegó al Grupo Wagner donde llevó a cabo todo tipo de operaciones en territorio extranjero. Estados Unidos lo acusa de haber participado ilegalmente en sus elecciones de 2016. Prigozhin se convirtió en el líder de Wagner en la ocupación militar rusa a Ucrania donde Putin ha utilizado a este grupo de mercenarios.

Regreso a mi preocupación. Resulta que este folclórico personaje puso en jaque al “todopoderoso” Putin por unas horas. Estamos hablando de uno de los presidentes del mundo que controla uno de los arsenales más grandes de armas nucleares del planeta. Qué cosa…

Twitter: @leozuckermann