La escasez de dinero

Muy pronto el país podría verse envuelto en oleadas de carestía, descontrol de precios, escasez, mercado negro y lucha por el pan, a las que no se podrá contener sino mediante la fuerza bruta e irracional de las bayonetas.

Hace muy poco, unos cuantos meses quizá, definí a la economía mexicana como la economía de la pérdida. En términos generales, sigue sin haber un golpe de timón y sin variarse el rumbo.

Los dogmas son como la demasiada luz o la demasiada oscuridad: impiden ver. No sólo eso: lo realmente peor es que impiden razonar.

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Aquella afirmación tenía sustento en que no hay programas de aliento a los sectores productivos, se estrangula a los generadores de riqueza, se apesta con visiones rinconeras de la economía a empresas que podrían detener la caída del empleo y, por último, se acosa y estigmatiza al pequeño y mediano comercio con terrorismo fiscal e impuestos que lo perjudican.

Cuando llega un orate a la presidencia de un país y ese orate sabe de sermones salivosos pero no de economía y finanzas, los que suelen salvar el pellejo son los empresarios que se le someten, la corte de los lambiscones y los que han aprendido el cínico arte de llevar la lealtad hasta la ignominia.

Las consecuencias de presidencializar la economía, o de hacer de ella patrimonio personal indebido e inmoral del Ejecutivo, se pueden advertir en los datos de desempeño económico de todos los días y en la punzante desconfianza con que el mercado observa el comportamiento presidencial.

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La comida que tuvo Ana Botín, presidenta de Banco Santander, en abril de 2021, con López Obrador, no fue muy agradable y la funcionaria quedó decepcionada del trato despectivo que el actual gobierno brinda a los banqueros.

La generación de empleos y el crecimiento dependen, en poco más de un 80 por ciento, de la inversión privada foránea y local. Cuando un gobierno no entiende asuntos tan sencillos de economía, o la maldad lo lleva a la antilógica, ocurre lo que en 2021, cuando se fueron 240 mil millones de pesos de inversionistas mexicanos a otros lugares, en busca de la certeza jurídica que en México no tienen.

CitiBanamex sale de nuestro país no sólo por su nueva visión estratégica global. Siendo el segundo en importancia de la banca minorista dejaba en nuestro país 6.5 por ciento de sus ganancias, representaba a una de las principales Afores y significaba grandes activos para infraestructura y apuntalar el desarrollo. Su presidenta, Jane Fraser, quien se reunió en agosto pasado con Andrés López, no decidió reafirmar compromisos de inversión sino irse del país. Los hampones de la rapiña financiera, marca 4T, se apuntaron pronto para adquirir lo que deje CitiGroup: Salinas Pliego, Carlos Slim, Miguel Ángel Riobó, Alfonso Romo y otro empresario que anda por las mismas pintas. Es muy probable que tan dignísimas, dilectas y finas personas terminen como socios de aquel que les facilita tranzas y talegas de dinero mareado en aras de abultar fortunas mal habidas. “¡Qué tiempos, qué costumbres!”, escribió Cicerón contemplando los despojos de una época.

Pequeñas y medianas sucursales de Bancomer, Afirme, Santander y BanBajío cierran por todo el país; pero el Banco del Bienestar, diseñado para ser la banca de los viejos y los nuevos pobres, crece como la espuma, apuntalado por la economía líquida de los mexicanos y el sesgo dogmático que ha impuesto a su multiplicación el inquilino de Palacio.

Lo que ahora puede decirse de la economía mexicana es que, habiendo sido la economía de la pérdida durante tres años, ahora está comenzando a ser la economía de la escasez de dinero, y muy pronto podría llegar a serlo de la escasez de materias primas y de mercancías en general.

No hay circulante monetario en el país, en parte, porque el gobierno no se ha caracterizado por un programa intensivo de obra pública e infraestructura para el desarrollo; sin grandes obras de infraestructura que lubriquen y vitalicen el proceso económico se sofoca el mercado laboral. Sin inversión pública y privada, sin empleo y sin dinero, no hay economía que crezca.

Largas filas para retirar una modesta pensión del banco y colas interminables en busca de empleo fuera de las empresas, son el principal indicador de la escasez de dinero, la falta de liquidez, el caos y la falta de crecimiento a que lleva a los pueblos esa mezcla de espíritu justiciero, demagogia, despilfarro e ineficacia que hoy llamamos populismo.

Si a eso se suma la concepción rinconera del obradorismo de que México ya se recorrió al sur, donde se gasta en obras inviables lo que producimos en bienes de capital, muy pronto el país podría verse envuelto en oleadas de carestía, descontrol de precios, escasez, mercado negro y lucha por el pan, a las que no se podrá contener sino mediante la fuerza bruta e irracional de las bayonetas.

En 17 días de enero, sólo en lo que va de 2021, se han registrado 4 mil 50 operaciones de empeño y préstamo en el Nacional Monte de Piedad de la capital, lo cual significa que la falta de empleo e ingresos es el dolor de cabeza de la economía social.

Los retiros de Afores han crecido en México desde 2019. Lo retirado en 2021 fue de 22 mil 42 millones, 9.8 por ciento más que en 2020, y en total 2 millones de mexicanos han retirado sus depósitos de ahorros para el retiro, porque el desempleo y la falta de efectivo siguen golpeando la maltrecha economía de las clases medias y bajas en el país.

Pisapapeles

Un golpe de timón podría acabar con la zozobra e incertidumbre de la pobre gente. Pero eso sólo depende de ella misma.

leglezquin@yahoo.com