La violencia transnacional

Ese estado de sitio o de excepción es aprovechado por los militares, quienes al restringir todas las libertades. En ese caos, un grupo de militares se aprovecha para realizar una serie de vejaciones a los derechos humanos.

PUNTO NEURÁLGICO

Luis Sigfrido Gómez Campos

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Las escenas violentas que fueron difundidas la semana pasada en cadena internacional desde Ecuador son francamente terroríficas. Los grupos de la delincuencia organizada llegaron a tener tanta fuerza que determinaron hacerle la guerra al Estado.

El presidente ecuatoriano tuvo que declarar un estado de excepción y calificó a los delincuentes como terroristas, palabra a la que le temen los diversos mandatarios, por las implicaciones jurídico políticas que llevan implícitas.

Ver esas escenas donde los jóvenes violentos irrumpieron en las instalaciones de una televisora sometiendo a técnicos, colaboradores y periodistas me hizo recordar una película mexicana terrible, no encuentro otro calificativo, que muestra la exacerbación de los desposeídos que inician en una serie de manifestaciones callejeras y que deviene en acciones violentas contra de los ricos, hecho que aprovecha un grupo de militares para establecer un estado de sitio.

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Ese estado de sitio o de excepción es aprovechado por los militares, quienes al restringir todas las libertades. En ese caos, un grupo de militares se aprovecha para realizar una serie de vejaciones a los derechos humanos.

Esa película se llama Nuevo Orden y fue dirigida por Michel Franco y recibió algunos reconocimientos internacionales, así como una gran crítica por supuestos actos de discriminación a algunos sectores de la población, entre ellos, a los manifestantes, quienes de repente parecen zombis violentos que realizan actos atroces sin justificación alguna.

Efectivamente, la película no muestra los motivos del hartazgo social. Quiero pensar que ese fenómeno es a lo que algunos llamaron algunos “el tigre dormido”, ese sector de la población que suele aguantar décadas y hasta siglos siendo sumisos, pero que algún detonante social suele despertar y volverlos peligroso.

Al parecer, esta película es una coproducción México-francesa que se estrenó en el Festival de Cine de Venecia en 2020. A fin de cuentas, es una película que no tuvo mayor trascendencia más allá de la crítica que se desató entre los cinéfilos. Lo cierto es que es una película incomoda, terrible. No apta para las buenas consciencias.

En la trama de esta película no existe o no se trata el fenómeno de los grupos criminales, hecho medular en el conflicto de la vida real del Estado libre y soberano de Ecuador. Ni se da cuenta de la existencia de aproximadamente 20 grupos criminales en 14 de los cuales tienen participación grupos de jóvenes mexicanos. Se trata de un fenómeno de la transnacionalización de la delincuencia. Pero lo novedoso es que estos grupos se sienten con la fuerza suficiente para competir con el poder del Estado.

Si bien la película a la que he venido haciendo referencia se puede clasificar como de ficción y ahondar en la crítica al fenómeno del odio gratuito hacia los ricos, que son objeto de venganza de un sector atormentado por las amplias diferencias sociales y de cierta actitud inhumana de algunos personajes, no se puede dejar de observar que en nuestro país se está gestando un movimiento que algunos críticos llaman de “polarización” social donde no existen matices.

De un lado está el pueblo bueno, trabajador e incomprendido y del otro los fifís, que siempre han gozado de los privilegios de todos los gobiernos pasados que siempre han recibido canonjías, exención de impuestos y favores ilegítimos. Dicho así, creo que podríamos estar dando origen a una gran mentira.

La realidad nacional además de ser multiétnica, también vive fenómenos muy difíciles de enfrentar. Aquí también, como en Ecuador, existe un grupo indeterminado de células criminales que ponen en jaque el estado de Derecho; pero los grupos de la delincuencia organizada no osan ponerse al tú por tú con el Estado; salvo en la época de Felipe Calderón, que les declaró una guerra cruenta y fallida.

Resulta lamentable la transnacionalización de la violencia, donde los Estado Unidos ponen las armas y los mexicanos nos enfrentamos con algunos de nuestros hermanos.

En la guerra nadie gana. Las pequeñas repúblicas sudamericanas han estado buscando durante muchos años un camino que no encuentran. Emigran hacia los norte miles de personas y les cerramos las fronteras. Nuestro país no tiene la capacidad para albergar a todos los inmigrantes que huyen de la violencia y de las condiciones infrahumanas de existencia.

Los Estados Unidos tampoco son la solución. Negro panorama para Sudamérica.

 Ante este aciago panorama no sería raro que resurgieran hechos de violencia en el cono sur. De hecho, la llegada de la ultraderecha al gobierno de Argentina ennegrece el panorama. No tengo nada en contra de Javier Milei, pero el presidente ha sido muy enfático en sostener que no permitirá que las protestas detengan su política económica. Quiera dios que sus medidas sean fructíferas y que Argentina también encuentre el camino de la paz y la concordia.

En México estamos viviendo también días difíciles, días de elecciones. Ojalá encontremos el camino de la transición sin violencia.

luissigfrido@hotmail.com