PUNTO NEURÁLGICO | Camino a la militarización

Ahora sí, como dijera Felipe Calderón, haiga sido como haiga sido, en el Senado de la República lograron imponerse quienes creen que le hacen un servicio a la patria por esta ruta. Sin embargo, en esta materia de la seguridad pública y paz social no podemos, no debemos experimentar en ese sentido.

Luis Sigfrido Gómez Campos

El camino que “hemos elegido” hacia la militarización del país, la subordinación de los mandos civiles a los castrenses y la extensión del plazo para que vuelvan a sus cuarteles los soldados hasta 2028, es la ruta equivocada para llegar a la paz y la armonía a que aspiramos los mexicanos.

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Ahora sí, como dijera Felipe Calderón, haiga sido como haiga sido, en el Senado de la República lograron imponerse quienes creen que le hacen un servicio a la patria por esta ruta. Sin embargo, en esta materia de la seguridad pública y paz social no podemos, no debemos experimentar en ese sentido.

Si bien es cierto que ésta es la tarea primordial del Estado y que debemos realizar nuestros mejores esfuerzos en la pacificación de nuestro suelo patrio, considero que estamos equivocado el camino para el logro de esta meta. Es una cuestión de enfoques, pero en esta materia lo que está en juego es la vida y la seguridad de los mexicanos.

Todo reproche respecto a que, si antes pensabas distinto o estás votando en contra de tus convicciones, está de más cuando la propia historia emitirá su inexorable juicio.

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Resulta desgastante participar en el juego de la polarización y sostener que sólo existen los buenos y los malos. También puede haber acciones de los buenos que estando equivocadas se realizan con las mejores intenciones o, acciones de los malos, que pareciendo equivocadas, pudieran resultar beneficiosas para la colectividad.

Pero en esta ruta de adoquinar el camino con pedrería de mármol para que las fuerzas castrenses se hagan cargo de las tareas de seguridad pública y otros quehaceres propios de otras instituciones, me parece que se está desvirtuando la vocación de una institución que podría resultar más dañada que beneficiada en este trance.

La historia de Latinoamérica y la nuestra durante el siglo pasado nos ha enseñado que las fuerzas militares están preparadas sólo para la guerra y para ayudar a resolver situaciones humanitarias en casos de desastres, pero involucrarlas en otras funciones pudiera resultar peligroso tanto para la misma institución como para la vida de la nación.

Y, para colmo de todos los males, la violación al sistema cibernético de la Secretaría de la Defensa Nacional, Sedena, por parte del colectivo Guacamaya, ha sacado miles de datos de clasificación reservada a la luz pública, poniendo en entredicho muchas acciones al margen de lo que la propia ley permite.

El presidente López Obrador intentó minimizar el hecho diciendo que lo más grave de la información hackeada a los servicios de inteligencia militar eran sus propios padecimientos, pero, al parecer, los documentos obtenidos de manera ilegal contienen muchísima información, también obtenida al margen de la ley.

El propio presidente había afirmado en reiteradas ocasiones que su gobierno no espiaba a los particulares porque las cosas ya no eran como antes; sin embargo, tal parece que los documentos obtenidos por “los guacamayos” violando la seguridad de los propios militares, prueban que las fuerzas castrenses o, actuaban por su propia cuenta y riesgo sin importarles lo que diga el presidente, o que, lo que es igual de grave, que el presidente estaba enterado de este tipo de acciones.

Las filtraciones obtenidas por Guacamayas están resultando gravísimas porque exhiben el grado de involucramiento de altos funcionarios de los tres niveles de gobierno con los grupos criminales de la delincuencia organizada. Presunciones que el vulgo siempre ha manejado sin contar con pruebas se encuentran en documentos obtenidos mediante este hackeo cibernético a las áreas de la inteligencia militar.

Varios gobernadores, presidentes municipales y otros funcionarios son mencionados en las filtraciones y señalados por contar con colaboradores que han tenido un trabajo directo con grupos de la delincuencia organizada.

Hasta una corcholata con altas posibilidades de aspiración a la grande, el Secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández, ha sido manchado en su reputación por haber designado en posiciones estratégicas de Seguridad Pública, cuando fue gobernador de Tabasco, a personajes bajo sospecha. Siendo como lo es, un fuerte aspirante a la presidencia de la república, no sólo por su cercanía con López Obrador, sino porque es un hombre inteligente y prudente, estas diabólicas filtraciones podrían dejarlo fuera de la jugada presidencial para 2024.

Entre los miles de documentos robados a la Sedena también existen algunos que contienen información clasificada que involucran a altos funcionarios de los gobiernos de Jalisco, Morelos, Guerrero y Veracruz; la mayoría, son comunicados de investigaciones de inteligencia militar que dan cuenta de las relaciones que estos personajes tuvieron con el crimen organizado.

Cuando nos hablaban de Julian Assange y sus filtraciones de WikiLeaks podemos, sintiéndolo distante, especular si consideramos que se trata de un luchador social que pugna por la libertad; pero cuando tocan las fibras más sensibles de nuestras instituciones, quizá algunos pongan en duda la inocencia o heroísmo de los miembros del colectivo Guacamayas.

luissigfrido@hotmail.com