PUNTO NEURÁLGICO | Iconoclasia feminista

La iconoclasia feminista es una forma de manifestación que consiste en la destrucción de símbolos y monumentos, aunque este tipo de manifestaciones, forma de querer hacer visible su protesta, choca con una barrera de valores establecidos muy férrea que no justifica la vandalización de los monumentos públicos.

Luis Sigfrido Gómez Campos

Dicen que el gerente del patrimonio del Centro Histórico de la capital del estado de Michoacán sostuvo una reunión “con alrededor de 21 representantes de colectivos feministas, en donde les explicó la historia de los monumentos históricos que posee el centro de Morelia, ya que éste fue nombrado como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1991”. Durante la reunión les aclaró que intervendrían las banquetas y calles para ayudar a cuidar los monumentos.

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“Intervenir”, suponemos, quiere decir poner vallas de policías para evitar que las manifestantes realicen daños en los edificios públicos.

Dice la nota periodísticaque difunde esta información, que la reunión de las representantes feministas con dicho gerente tuvo por objeto “llegar a un acuerdo en cuanto las manifestaciones de iconoclasia que se generan durante las manifestaciones sociales en los edificios del Centro histórico de la ciudad de Morelia”.

Al parecer se prefirió utilizar el término “iconoclasia” en lugar de decir abiertamente la destrucción, daño o pintarrajeo de símbolos o monumentos por motivos políticos. Se prefiere el uso de eufemismos para matizar lo que sucede pero que no se quiere decir para no alarmar a las buenas conciencias o entorpecer el diálogo con los grupos de mujeres combativas.

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Después de que se difundiera esta información, otros colectivos feministas expresaron su desacuerdo y dijeron que ellas nunca fueron convocadas a dialogar y que tienen la convicción de que la libre manifestación es un derecho. No les gusta sentarse a la mesa con gerentes porque los identifican con funcionarios de los Bancos, quienes suelen tener ideas demasiado “chatas”, término utilizado para referirse a su falta de comprensión de los fenómenos políticos y sociales. “Los gerentes nada más saben de la imposición de reglas bancarias y de tasas de interés; pero ignoran las necesidades y demandas reales de la gente”, externaron algunas feministas inconformes.

Creo que la confusión surge desde el momento en que las autoridades municipales decidieron dar el nombre de “gerentes” a sus funcionarios públicos encargados de coordinar programas de preservación de los monumentos públicos. ¿A quién se le ocurriría semejante ideota?

En fin, que la brillante iniciativa gerencial fue considerada un rotundo fracaso estratégico porque a las verdaderas feministas no les van a dorar la píldora con una conferencia sobre la histórica importancia del acervo monumental de la ciudad de la cantera rosa porque, a estas alturas del partido, al parecer nadie ignora la majestuosidad de los monumentos coloniales y la belleza arquitectónica de la ciudad de Morelia.

Todos los morelianos y otros que no lo son pero que viven en ella se aterran cuando las feministas manifiestan su enojo realizando pintas en los monumentos coloniales y espacios que se consideran sagrados. Quisiéramos tener una ciudad sin mácula.

Pero cabría decir que no sólo son las feministas las que realizan este tipo de manifestaciones de iconoclasia, ciertamente, ellas realizan frecuentemente este tipo de pintas como parte de sus protestas y no esconden la mano, es decir, no lo niegan ni lo hacen de manera clandestina como generalmente lo hacen los grafiteros. Asumen su responsabilidad como parte de sus actos de protesta porque consideran que sus demandas no son atendidas por la autoridad que está más preocupada por cuidar la imagen de una ciudad que por terminar con los feminicidios y la violencia hacia las mujeres. Esto es lo que está en el fondo de la iconoclasia feminista.

La feminista Sigrid Gutiérrez Aquino dice en su ensayo “Lucha feminista en América Latina: un grito de auxilio ante la violencia de género”: “La propagación del feminismo en América Latina corresponde a la urgencia de protección por parte del Estado. Las manifestaciones feministas en las que se daña la propiedad privada han sido catalogadas como actos violentos, sin embargo, el pensamiento crítico detrás de ellos tiene sus fundamentos en el feminismo radical y socialista; se vandalizan las sucursales de las grandes corporaciones capitalistas que mercantilizan al ser humano y a la naturaleza, se pintan los monumentos porque son bienes culturales del Estado que dejan de representar valores democráticos cuando la voz de la mitad de la población es silenciada.

“A lo anterior se le conoce como iconoclasia, es decir, la destrucción de símbolos o monumentos con fines políticos o religiosos. Las protestas feministas son una forma de expresión válida ante la cruda realidad de gobiernos que ponen en tela de juicio diariamente los testimonios de miles de mujeres y niñas”.

Sin embargo, este tipo de manifestaciones, forma de querer hacer visible su protesta, choca con una barrera de valores establecidos muy férrea que no justifica la vandalización de los monumentos públicos. Hay quien lo explica como una pugna entre valores: ¿quévale más, defender la belleza de los edificios públicos o la vida y la seguridad de las mujeres y niñas que son levantadas, violadas, violentadas y asesinadas?

También hay quien dice que estos valores no están en pugna y que ambos deben atenderse. Lo cierto es que las mujeres feministas no se sienten escuchadas en sus reclamos y, cada vez que ocurre un feminicidio, salen a la calle a manifestarse pintando los edificios públicos para externar su indignación.

luissigfrido@hotmail.com