PROYECTO SECRETO |¡Paren el infierno que viene!

Estamos ante las más horrorizantes actitudes de perversión, de odio asesino, con una crueldad exacerbada, extrema, por debajo de los animales más carniceros, en un sadismo de los demonios.

MATEO CALVILLO PAZ

Estoy absolutamente asombrado, indignado, con qué facilidad se pisotean los más grandes mandamientos, se profana lo más sagrado, la vida y los derechos humanos, la dignidad. ¡Cómo hemos podido caer tan bajo!: se delinque a los ojos de todo el mundo con un descaro total, se perdió todo pudor.

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 Estamos ante las más horrorizantes actitudes de perversión, de odio asesino, con una crueldad exacerbada, extrema, por debajo de los animales más carniceros, en un sadismo de los demonios. El demonio-afirma Jesucristo- es asesino desde el principio. Es hipócrita como sepulcro blanqueado, es soberbio y no escucha.

Mucha gente se vuelve asesino o cómplice, se cometen los más horrendos crímenes, se quema vivas a las mujeres, se les desaparece y son asesinadas por los familiares.

A cada momento, junto a nosotros se cometen los grandes crímenes horrendos.

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¿Son sólo unos cuantos sicarios los que delinquen o es toda la sociedad la que está infectada de la violencia homicida? ¿En qué medida la sociedad es cómplice, de alguna manera del mal? ¿Qué está haciendo la familia que crea los sicarios y los protege en su seno y se aprovecha del dinero manchado de sangre y lleno de injusticia?

La corrupción está en el individuo sólo, está en la sociedad. Todos llevamos el germen de la corrupción, ¿somos conscientes que concebimos la corrupción y la gestamos por no comprometernos a establecer el bien, la justicia y el derecho en la sociedad?

¿Nos damos cuenta de que el germen del crimen y la muerte está en el corazón mismo de cada mexicano, donde muchas veces se fortalece y se multiplica? Debemos ser muy valientes y clarividentes para diagnosticar nuestra maldad.

 El gobierno no guarda el orden, no protege la vida de los pobres, permite que se asesine a la luz del día. Estamos en una sociedad donde reina el narco y el crimen, es el régimen del terror y del pecado, sin los mandamientos de la ley de Dios y las leyes mexicanas.

Estamos en un nido de víboras, en una cueva de fieras, en una guarida de demonios, estamos a merced de los monstruos o demonios, están a nuestro lado. En cualquier momento pueden herir a la persona inocente, indefensa, de bien. Todos estamos expuestos a ser atacados en cualquier momento, la policía está ausente y no actúa. Los sicarios hieren y siguen su camino tan quitados de la pena, no pasa nada.

La vida sigue igual, es lo más banal que los criminales asesinen y sigan su vida, no pasa nada. En otros países la policía actúa, apresa a los criminales o los abate. En México no pasa nada.

La luz de Dios

¿Cómo tantos millones de mexicanos toleramos y permitimos esta situación? ¿Por qué dejamos que el presidente y su gobierno nos hayan llevado a esta descomposición por no aplicar la ley y sancionar a los criminales sin complicidad ni demagogia?

Si no se enfrenta la realidad, si no se aplica la Constitución de manera objetiva y universal y no según capricho y preferencias de AM, vamos al desastre. No hay democracia ni derechos humanos ni garantía ni paz social, sólo en la retórica y narrativa del poder.

El mal está en el corazón de la sociedad, en lo más delicado y donde más duele. La corrupción no sólo está en los adversarios, en los políticos de antes, en los conservadores, neoliberales y Fifis, está en la persona humana, en el ciudadano que es el agente de la corrupción y no de la regeneración que ha sido un concepto y no una realidad.

Han querido implantar la Regeneración del país con el hombre viejo, totalmente infectado de la corrupción del dinero, del poder, de la soberbia, del corazón perverso que no detesta, que consiente su pecado.

Hemos demolido tantas cosas de nuestro noble y rico país. Hemos convertido el cosmos ordenado y espléndido en un caos, la huestes de ya sabes quién tiran todo y lo llenan de inmundicia. Necesitamos recuperar el centro que da cohesión, orden y solidez a México, al mundo y al universo.

La Iglesia debe repetir el grito programático de Cristo; conviértanse, escuchen la Palabra, pongan a Dios en el centro de su vida, cumplan el primer mandamiento: amarás a Dios sobre todas las cosas. Cumplan los demás mandamientos: no robarás, no mentirás, no matarás, ama a los pobres como a ti mismo.

Es necesario renovar al ser humano, con hombres corruptos y amañados de la clase política en el gobierno es más de lo mismo. Los hombres   producen obras de corrupción y estamos como antes, como en los buenos tiempos de la dictadura de partido, del PRI.

¿Qué nos está haciendo falta para detener la catástrofe e impedir que se derrumben el orden y la paz social, para detener el infierno que viene?

¿Es tiempo de actuar y de enderezar el rumbo, ¿qué puede la fuerza de la mayoría de los mexicanos que no votó por AM ni pertenece a las hordas de incondicionales?

Es necesario despertar, mirar de frente la realidad desastrosa. Hay que actuar, ahuyentando la humareda de la narrativa oficial que se impone por decreto. Hay que disipar la neblina de la retórica y el baho de la mañanera.