PROYECTO SECRETO | Somos hermanos, no rivales

Los candidatos son egoístas y los mueve la pasión del dinero, del placer y de las mujeres y pasan sobre el pueblo humilde y los otros partidos.

Mateo Calvillo Paz

¡Es increíble! Los candidatos se equivocan de blanco: los enemigos no son los de otro partido sino los corruptos y criminales.

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La polarización es un incendio que toma fuerza. Hay quienes la promueven y se está abriendo una brecha inmensa e infranqueable en la sociedad mexicana que ignoramos cuándo se va a cerrar.

Los candidatos son egoístas y los mueve la pasión del dinero, del placer y de las mujeres y pasan sobre el pueblo humilde y los otros partidos.

Un candidato abandona su partido y se postula como candidato independiente. Tiempo después, se viste los colores de ese mismo partido para buscar nuevamente el poder. ¿Por fidelidad a la plataforma de partido, a sus compañeros, por buscar el bien de los humildes? ¿Cómo se arregló con el partido que desayuno vulgarmente? ¿Cómo fue que su partido admitió que los abandonara y luego los utilizara para buscar el poder porque así le conviene al candidato?

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Se toman actitudes abiertamente ofensivas para descalificar a los que tienen una ideología diferente, diferentes maneras de concebir la gestión pública, son intereses agazapados, contrarios a sus afirmaciones, que no se confiesan abiertamente.

Atizan por la palabra el fuego, las autoridades más altas en las mañaneras y los líderes de abajo.

Los publicistas de los candidatos no dan en el blanco, enfocan todas las baterías contra el hermano de otro partido. Son incontables las descalificaciones que se vierten en los spots electoreros en contra de los actores de los partidos opositores. Son descalificaciones gratuitas, infundadas, se pierde la compostura, el respeto de la persona humana, se olvida la dignidad y la nobleza. ¡Qué cosas no escuchamos! Como los pleitos de vecindad.

El ciudadano común se confronta con los hermanos de otra ideología apenas se vierte la más leve idea de disentimiento: no dialogan, no razonan, pierden la compostura y arrojan bilis y suciedad. No hay una búsqueda de la verdad, el bien común, la justicia. Cualquier palabra que no aplauda y halague a su líder, se toma como una ofensa de lesa majestad y se reacciona visceralmente.

La luz de lo alto

El flagelo de la división, el incendio prende fácilmente pero su propagación y sus consecuencias son impredecibles, nefastas y no sabemos dónde ni cuándo ni cómo se va a apagar.

Es más grave la responsabilidad de quienes están investidos de poder y/o liderazgo y aceptaron como tarea hacer cumplir los mandamientos de la Constitución.

Proceden con hipocresía haciéndose pasar por buenos, enarbolando banderas sociales con valores que la comunidad aprecia con una lógica común. El juego no es honesto sino perverso. Traen en su bandera, porque halaga a la gente grandes proclamas: un amor heroico por los humildes, la justicia, la abundancia de bienes, la prosperidad, el Estado de derecho, etc. etc.

En la realidad, muchos no conocen los bienes verdaderos del pueblo y no los tienen contemplados en sus programas y en sus metas. No hay un programa de valores con una plataforma de partido. Fue muy grave y triste la desbandada de los grandes del PAN que dejaron el partido porque se daba la espalda a los ideales de los fundadores, grandes personajes, pensadores, filósofos,

Cuando somos honestos, sensatos coincidimos con todo el mundo, de cualquier color e ideología, en los mismos principios y valores que fundamentan la vida social y que son los cimientos de eso que todos pr3etendemos defender: la democracia porque es el régimen que nos conviene a todos después de una larga experiencia histórica con muchas luchas.

Pero falta no ser corrupto y doble, hipócrita para este movido por intereses mezquinos y egoístas y aparentar actitudes de pureza y nobleza y todas las virtudes.

Allí entra la corrupción de la clase política que, muchas veces, son falsos profetas, que vienen vestidos de ovejas y por dentro son lobos rapaces, afirma el Maestro divino. Hay tanto engaño en las palabras. Qué dignidad en los líderes que mienten por sistema, impunemente.

Y un bien que no podemos dejar de realizar. Es un tesoro precioso la unidad que el divino Maestro enseña y urge con tan gran insistencia. “Que todos sean uno…”. Había un muro enorme en la humanidad, que la dividía en dos. El, clavado en la cruz y sangrando derribó ese muro que nos separa.

¿Qué no debemos arrostrar y emprender para conservar ese tesoro sublime de la unidad de los hermanos mexicanos?

Los católicos y todos los seguidores de Dios debemos ser perfectos como Dios es perfecto. Para alcanzarlo debemos cumplir la perfección mandada en el Sermón de la montaña.

Amar a tus enemigos, se ordena ahí. Al que te abofetea en la mejilla derecha, presentarle la otra mejilla.

Un consejo bien orientado en nuestra sociedad que se polariza: no te agarres a trancazos con el malvado. “No te pongas a pelear con el malo” (Sermón de la Montaña).