SECRETO A VOCES | La basura

En la medida en que la basura representa un valor económico que deja ganancias, la posibilidad de resolverse socialmente se aleja.

Rafael Alfaro Izarraraz

La basura se ha convertido en un problema social y ambiental, pero tiende a repartirse culpas al conjunto social. Se hace responsable al crecimiento de la población, partiendo de una premisa falsa de que en la medida en que se incrementa la población, entonces se incrementan los residuos urbanos. En la medida en que la basura representa un valor económico que deja ganancias, la posibilidad de resolverse socialmente se aleja en la medida en que los agentes que participan de ese negocio apuntan a incrementar sus ganancias y no a la creación de una conciencia social ambiental.

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La basura, lo que es parcialmente falso, tiene como origen el crecimiento de la población. En el caso de México se le adjudica a la transformación de una nación rural a una urbana, fenómeno ocurrido durante la segunda mitad del siglo XX. Al pasar de 48 millones de habitantes en la década de los setenta a 127 millones en la actualidad. Se deduce de esas cifras que al crecer la población entonces se multiplica el consumo y la producción de residuos ahora en su mayoría urbanos. Lo anterior, en el marco de una sociedad que ha sido caracterizada como consumista, lo que resulta parcialmente cierto.

La gran producción de basura urbana tiene, como origen, el hecho de que la sociedad actual opera sobre el principio de generar un impacto en el consumidor con el fin de que prefiera unos productos sobre otros. Esto trae como consecuencia que los productores de mercancías, los industriales, consideran la competencia desde el diseño de los productos que se ofertan en el mercado. Colocarlos sofisticados envoltorios con el fin de atraer la atención de los consumidores se coloca por encima de la calidad del producto.

Le sigue el criterio de vender productos desechables (poco durables) con el fin de que se obligue al consumidor a regresar al círculo de la producción, circulación y consumo. Mientras menos esté fuera de ese círculo, mejor. El mecanismo es venderle productos como poca vida útil. Una licuadora, un refrigerador, un reloj, un auto, mientras menos dure es mejor porque los consumidores se ven obligados a reingresar al mercado por nuevas mercancías.

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La consecuencia es una gran cantidad de basura que obliga a la autoridad local a establecer estrategias de recolección, concentración y confinamiento. La autoridad local se enfrenta a una serie de problemas porque en lugar de diseñar una estrategia de recolección, separación, reutilización de la basura y poco confinamiento, se entrega a empresas que le ofrecen resolver el tema que puede traducirse en desventajas políticas. La basura representa un buen negocio y “buenos moches” desde los contratos, los pagos mensuales a las empresas, el manejo del relleno sanitario, entre otros tantos factores.

El problema que se genera es que es tanta la basura que al ciudadano no le da tiempo y ni oportunidad de organizarla y poder clasificarla de tal manera que se evite el problema que ahora existe en términos de que la basura va a parar a un lugar de confinamiento cuando en realidad no es necesario que la mayor parte de la basura vaya a un lugar en donde solamente causa daños ambientales, cuando es posible corregir y tratar de que esa basura se reutilice, particularmente cristal, metales y cartón.

Economistas, sociólogos, urbanistas, entre otros, coinciden en que vivimos en una sociedad consumista. Pero no es así. Una sociedad en donde una minoría consume y, otra, medio consume, mientras que una gran mayoría simplemente vive en los límites del consumo o la sobrevivencia. La minoría que consume, tomando en cuenta a la sociedad como un todo, lo hace tanto en calidad como en cantidad. Esa distinción del consumo y no consumo es consustancial a una sociedad como la nuestra, que tiene como horizontes el desarrollo y el progreso.

El consumo desigual y desmedido en algunos segmentos de la clase media y media alta, es el símbolo de una sociedad que se regula sus logros por falsos ideales de “estatus” derivados del desarrollo y el progreso. Estos últimos dicen, dicho sea de manera simplificada, que cuando existe progreso y desarrollo, eso se puede medir por los bienes que una persona posee, de tal manera que hoy tengo tres bienes y mañana sumo dos más, entonces tendré cinco. Nos hemos olvidado que los bienes se extraen del planeta y el planeta es una entidad que tiene sus límites.

Ese consumo es un tema delicado en la medida en que los desechos de ese consumo, la basura, se ha convertido en problema ambiental, de salud e impacto desigual, es decir, unos consumen y otros se encargan de vivir los daños que se ocasionan. El tema de la basura ha sido mal enfocado, debido a que se hace responsable a toda la sociedad de su generación, cuando en realidad no todos participan de la misma manera. Las culpas se han repartido por igual en la medida en que la basura se acumula ante nosotros como un todo y como si todos fuésemos responsables de lo que ahí se acumula.

Las salidas técnicas de los rellenos sanitarios no han resultado en razón de los problemas que hemos enunciado, pero también en términos de que el manejo de la basura requiere de organismos autónomos que formen parte de estrategias federales y no municipales. Los rellenos los abren sin estudios técnicos y cuando operan no existe un cuidado de los lixiviados y de los gases que generan el Gas Metano, generándose una serie de problemas en el entorno con daños que todavía falta por evaluar.

La basura es un problema social que requiere conciencia, pero que se oculta porque antes existen signos de pesos en el manejo de la basura.