Lo peor para los pobres todavía no llega, advierte ONU sobre consecuencias de COVID-19

Las medidas que adoptan los gobiernos para hacer frente a los efectos adversos son insuficientes, sobre todo para los más desprotegidos, alertó la ONU.

Foto: Víctor Ramírez.

Redacción / La Voz de Michoacán

Ciudad de México. Los peores efectos de la pandemia por la enfermedad de COVID-19 aún no llegan, al menos, para los sectores más desfavorecidos, de acuerdo con el jurista belga Olivier De Schutter, quien fue designado por el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como relator especial sobre pobreza extrema y derechos humanos.

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El experto sobre pobreza consideró que las medidas tomadas hasta el momento por los gobiernos para proteger a la población han sido insuficientes, ante las peores consecuencias del coronavirus sobre los más pobres que, dijo, están por llegar.

“Las redes de seguridad social activadas están llenas de agujeros. Estas medidas actuales son normalmente a corto plazo, la financiación es insuficiente y muchos caerán inevitablemente por los huecos del sistema”, indicó en un comunicado difundido por la ONU.

Foto: Víctor Ramírez.

Para De Schutter, la crisis económica derivada de la pandemia no tiene precedentes en tiempos de paz desde la Gran Depresión de la década de 1930, al grado que 176 millones de personas más podrían caer en la pobreza, tomando como referencia 3.2 dólares diarios para vivir.

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El experto señaló que a pesar de que los gobiernos de los países afectados por COVID-19 han prometido programas sociales de ayuda para su población, los más pobres suelen quedar excluidos de los apoyos por ser analfabetos digitales o no tener acceso a internet, tal sería el caso de muchos pases en América Latina.

En algunos casos, advirtió el jurista, los programas gubernamentales se están agotando ya. “Las familias en situación de pobreza han agotado ya todas reservas que tenían y han tenido que vender sus bienes", afirmó.

En su mensaje a los líderes mundiales que participarán este mes en la Asamblea General de la ONU, Olivier De Schutter pidió que se tomen medidas más decisivas para erradicar la pobreza y reducir las desigualdades.

COVID-19 ampliará brecha de pobreza entre mujeres y hombres

La crisis de COVID-19 aumentará drásticamente la tasa de pobreza de las mujeres y ampliará la brecha entre hombres y mujeres que se encuentran en situación de pobreza, según los nuevos datos que emitieron ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Se esperaba que la tasa de pobreza entre las mujeres disminuyera 2,7 por ciento entre 2019 y 2021; sin embargo, las proyecciones ahora prevén un aumento de 9,1 por ciento debido a la pandemia y sus consecuencias.

Las proyecciones, que encomendaron ONU Mujeres y el PNUD, y que estuvieron a cargo de Pardee Centre for International Futures de la Universidad de Denver, muestran que, si bien la pandemia repercutirá en los niveles de pobreza en general, las mujeres se verán afectadas de manera desproporcionada, sobre todo las mujeres en edad reproductiva.

Para 2021, por cada 100 hombres de 25 a 34 años de edad que viven en la pobreza extrema (es decir, con 1,90 dólares o menos por día), habrá 118 mujeres, una brecha que se espera que aumente a 121 mujeres por cada 100 hombres de aquí a 2030.

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“El aumento de la pobreza extrema entre las mujeres, en particular en estas dos etapas de la vida, es una dura muestra de las profundas deficiencias en las que hemos incurrido al construir nuestras sociedades y economías”, declaró la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres Phumzile Mlambo-Ngcuka.

“Sabemos que las mujeres asumen la mayor parte de la responsabilidad de cuidados de la familia; ganan menos; ahorran menos y sus empleos son mucho menos seguros. En efecto, generalmente el empleo de las mujeres corre un 19 por ciento más de riesgo que el de los hombres. La evidencia que tenemos aquí sobre las múltiples desigualdades resulta fundamental para impulsar políticas ágiles y restauradoras que coloquen a las mujeres en el centro de la recuperación de la pandemia”, manifestó Phumzile Mlambo-Ngcuka.

Los datos resumidos en el informe de ONU Mujeres From Insights to Action: Gender Equality in the wake of COVID-19 (Del conocimiento a la acción: la igualdad de género tras la COVID-19) muestran que la pandemia arrastrará a 96 millones de personas a la pobreza extrema en 2021, de las cuales 47 millones serán mujeres y niñas. Esto aumentará el número total de mujeres y niñas que viven en la pobreza extrema a 435 millones, con pronósticos que estiman que esta cifra no volverá a los niveles anteriores a la pandemia sino hasta 2030.

La crisis cierne una grave amenaza sobre las perspectivas de erradicar la pobreza extrema a finales de la década en curso. Por otro lado, la realidad podría ser aún más sombría, ya que estas proyecciones de incremento en las tasas de pobreza para las mujeres y las niñas solo dan cuenta de la revisión a la baja del producto interno bruto (PIB), lo que excluye otros factores que también pueden afectar la distribución de la pobreza en razón del sexo (como el abandono de la actividad laboral por parte de las mujeres debido a las responsabilidades de cuidado infantil).

“Sería posible sacar de la pobreza a más de 100 millones de mujeres y niñas si los gobiernos implementaran una estrategia integral orientada a mejorar el acceso a la educación y la planificación familiar, un salario justo y equitativo, y a la ampliación de las transferencias sociales”, señaló Achim Steiner, Administrador del PNUD.

“Las mujeres soportan el mayor peso de la crisis de COVID-19, ya que tienen más probabilidades de perder su fuente de ingresos y menos probabilidades de ser alcanzadas por las medidas de protección social. La inversión orientada a reducir la desigualdad de género no solo es un dispositivo inteligente y asequible, sino que es además una decisión urgente que los gobiernos pueden adoptar para revertir los efectos de la pandemia en la reducción de la pobreza”, añadió.

Las consecuencias de la pandemia cambiarán las predicciones de pobreza extrema para todas las regiones. Dado que el 59 por ciento de las mujeres pobres del mundo residen actualmente en el África subsahariana, la región seguirá albergando al mayor número de personas en situación de pobreza extrema en todo el planeta.

Pese a los importantes logros en materia de reducción de la pobreza alcanzados en los últimos años, se pronostica que Asia meridional experimentará un resurgimiento de la pobreza extrema. Para 2030, por cada 100 hombres de 25 a 34 años que viven en la pobreza en Asia meridional, habrá 129 mujeres pobres, en comparación con las 118 estimadas para 2021.

Si bien estas cifras resultan alarmantes, en el estudio se estima que para sacar al mundo de la pobreza extrema en 2030 se necesitaría solo el 0,14 por ciento del PIB mundial (USD 2 billones), y USD 48.000 millones para superar la brecha de pobreza en razón del género. Sin embargo, el número real podría resultar mucho más alto, especialmente si los gobiernos no actúan o si lo hacen muy tarde.

El incesante aumento de las demás desigualdades de género preexistentes también hará mella en estas cifras. Las mujeres se emplean en algunos de los sectores más castigados, como los de alojamiento, servicios de comidas, y el trabajo doméstico. Han experimentado una vulnerabilidad particular frente a los despidos y la pérdida de medios de vida.

Según la Organización Internacional del Trabajo, para junio de 2020, se estimaba que el 72 por ciento de las trabajadoras domésticas de todo el mundo habían perdido el empleo como resultado de la COVID-19. Mujeres y hombres están asumiendo las tareas del hogar y el cuidado de los hijos y familiares durante el confinamiento, aunque la mayoría del trabajo todavía recae sobre los hombros de las mujeres y las niñas.

La merma del progreso no es inevitable. Las recomendaciones para evitar que las mujeres queden permanentemente atrás debido a la pandemia son variadas. Estas van desde abordar la segregación ocupacional, las brechas salariales de género y el acceso inadecuado a los servicios de cuidado infantil asequibles, pasando por instrumentar paquetes de apoyo económico para las mujeres vulnerables e incrementar las medidas de protección social dirigidas a las mujeres y las niñas, hasta ampliar la disponibilidad de investigaciones y datos sobre los efectos de género de la COVID-19.