Narcomercadeo: capos de la droga que se vuelven un jugoso negocio

Con la muerte de Jhon Jairo, exjefe de sicarios de Pablo Escobar, vuelve a ponerse en la mesa de discusión la importancia de los capos de la droga como marcas, incluso registradas, con que personas han hecho lucro de manera lícita.

Foto: La Voz de Michoacán. Dos personajes han sido clave para entender la expansión de la narcocultura como negocio: El Chapo Guzmán y Pablo Escobar.

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Narcocultura se define como el cúmulo de manifestaciones artísticas y tendencias comerciales que tienen como motivo y modelo al narcotráfico, sus personajes, indumentaria, música, estilos de vida, léxico e idiosincrasia, y para ello ha habido quienes han procurado dotar de afiches y mercancía a los seguidores de esta corriente: contenidos televisivos y cinematográficos, música, ropa, alimentos y demás productos que ya constituyen toda una parafernalia del narco.

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Dentro de esta tendencia, que inició hace al menos 20 años de manera más dinámica, dos personajes han sido clave para entender la expansión de la narcocultura como negocio: El Chapo Guzmán y Pablo Escobar.

Esta semana, con la muerte de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, exjefe de sicarios de Pablo Escobar, vuelve a ponerse en la mesa de discusión la importancia de los capos de la droga como marcas, incluso registradas, con que amigos y familiares y hasta terceras personas han hecho lucro de manera lícita.

Eso sin contar la gran cantidad de canciones que artistas de diferentes géneros han hecho en honor de estos personajes.

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Pablo Escobar, el capo de las ‘narcomarcas’

Alrededor del mundo abundan productos y servicios que se valen de la imagen y el nombre del narcotraficante colombiano para hacer negocios. Y es que la espectacularidad de sus ataques, el poder acumulado durante su carrera delictiva y la gran fortuna que amasó, hacen de Escobar Gaviria un personaje icónico, y pese a la crueldad de sus acciones, hay quienes le rinden culto.

En 2012, Caracol TV sacó al aire la telenovela “El Patrón del Mal”, que en toda América Latina tuvo gran éxito al narrar pasajes reales de la vida de Pablo Escobar. Claro, el argumento fue criticado por personas cercanas al capo al decir que no retrataba el lado humano del traficante y que otros hechos aparecían muy exagerados.

Ese mismo año, Sebastián Marroquín, antes llamado Juan Pablo Escobar, hijo del capo colombiano, mientras criticaba la telenovela, lanzó una línea de ropa con la imagen de su padre, llamada “Poder-Poder” en su primera colección de playeras y pantalones cuyos precios iban de los 65 a los 95 dólares por prenda.

Con más alcance que la telenovela colombiana, creada por los estadounidenses Chris Brancato, Eric Newman y Carlo Bernard, con producción de Netflix y estrenada el 28 de agosto de 2015, la serie “Narcos”, centrada en su primera temporada en Pablo Escobar, de nuevo puso el nombre del narco colombiano en los aparadores de la mercadotecnia.

A raíz de la serie y la revitalizada popularidad de Escobar, alrededor del mundo surgieron decenas de productos con su nombre e imagen, y ejemplos hay muchos.

En 2016, la ciudad de Medellín volvió a ser destino turístico, pero no por su belleza, sino por el morbo que despertó la serie de Netflix.

En ese año, la touroperadora puertorriqueña Bared Travel lanzó la promoción “Halloween en Medellín”, que incluía visitas a diferentes lugares donde llegó a vivir Pablo Escobar.

El tour además incluía visitas a la Hacienda Nápoles y el barrio donde Escobar perdió la vida, pero también se incluía una cena VIP con Jhon Jairo Velásquez Vásquez, Popeye, exjefe de sicarios del capo.

Al darse a conocer la promoción, la Secretaría de Turismo de Medellín lanzó fuertes críticas pues la entonces titular de la dependencia, Juliana Cardona, señaló que lo que les interesaba promover de la ciudad era cómo se había transformado y no hacer apologías del delito.

Después de la polémica, en que ciudadanos de Medellín y otras partes del país se fueron contra la empresa en las redes sociales, se desactivó la promoción, en la que pensaban cobrar mil 449 dólares por cenar con Popeye en un tour que duraba cinco días.

Pero también por el éxito comercial de la serie de Netflix, fue lanzado al mercado el videojuego “Narcos cartel war”, en el que el jugador debe sortear obstáculos para el tráfico de droga personificando a Pablo Escobar. El juego recibió airadas críticas por presuntamente contribuir a la normalización de la violencia entre niños y jóvenes, aunque la etiqueta indicaba que era para mayores de 18 años.

Hace 3 años, una familia latina asentada en Kuwait abrió una heladería con el nombre del capo de la droga, y según los propietarios, se inspiraron en la serie de Netflix para ponerle a su negocio “Pablo Escobar”. Incluso, en la carta del negocio pusieron la leyenda “plata o plomo”, frase atribuida al narcotraficante. Además, los empleados usan como uniforme playeras con la foto de Escobar estampada.

En 2018, la compañía holandesa Just Games sacó al mercado el juego de mesa “Pablo Escobar. The Board Game”.

La idea del juego era que los participantes se involucraran en el mundo criminal de Colombia.

Mediante estrategias, los jugadores tenían que conseguir y mantener el control de las rutas del narcotráfico. “Controle sus finanzas y conviértase en el mejor productor de coca. También puede invertir en comercializarlo y transportarlo. Use el dinero correctamente para que los cargamentos lleguen más rápido a Florida. Especialícese en diferentes habilidades incrementando su poder y haga alianzas para convertirse en el criminal más rico de la historia”, se indicaba en el resumen del juego.

En su momento, el diario de Medellín, El Espectador, cuyo director también sufrió ataques de Escobar, publicó: “La comunidad colombiana que reside en el extranjero manifestó que el juego hace apología del narcotráfico y de los delitos que cometió Escobar, sin tener en cuenta los episodios que el país tuvo que vivir a raíz de las operaciones, ataques y amenazas”.

En 2019, en Melbourne, Australia, abrió sus puertas Pablo’s Escobugers, y en su menú se incluye una hamburguesa decorada con una línea ajo en polvo y un billete falso se 100 dólares incrustado en el bollo. También hay una hamburguesa que va acompañada de una bolsita con ajo en polvo y una cucharita. Con este menú pretenden recrear el mundo de Escobar.

Ante las críticas desatadas en redes sociales, el restaurante publicó un comunicado: “Estamos orgullosos de nuestras hamburguesas, pero también entendemos que Pablo Escobar era un hombre horrible que destruyó las vidas de miles de colombianos. No condonamos, idolatramos o promovemos las acciones de Pablo Emilio Escobar o sus acciones…Pero somos australianos y sabemos cómo divertirnos y reírnos con un buen juego de palabras…Muchos colombianos disfrutan de nuestras hamburguesas y otros nos han hecho críticas terribles y comentarios molestos en FC, de una forma que parece que el mismo Pablo estuviera aquí”.

A finales del año pasado, Roberto Escobar Gaviria, propietario de la marca Escobar Inc., lanzó al mercado un teléfono celular inspirado en su hermano.

El Escobar Fold 1 es un celular cuya pantalla se dobla y promete alta durabilidad ya que está hecha de plástico que, a decir del empresario, es prácticamente irrompible. El precio inicial del teléfono era de 349 dólares y funciona con el sistema Android. El Fold 2 cuesta 399 dólares.

Pero en la página de la empresa también se ofrecen audífonos por 139 dólares, un libro autografiado por el hermano de Escobar por 99 dólares, bocinas bluetooth por 69 dólares, una maleta con la imagen del capo por 89 dólares y gorras por 89 dólares.

En la página se asienta que la finalidad del negocio es preservar el legado de Pablo Escobar y su familia.

Pero Roberto Escobar no ha sido el único beneficiado con el nombre del narco colombiano, ya que su hijo, Juan Pablo Escobar, ha generado sus propios ingresos mediante libros que ha publicado, como “Pablo Escobar, mi padre” y “Pablo Escobar in fraganti. Lo que mi padre nunca me contó”. Gracias a eso, constantemente acude a distintos lugares del mundo a impartir charlas, conferencias y brindar entrevistas a los medios interesados en hablar con él.

Popeye, el exsicario youtuber

Jhon Jairo Velásquez creó en 2015 el canal de YouTube “POPEYE_Arepentido”, que cuenta con un millón 021 mil suscriptores. En su descripción señala: “Este canal lo hice con el fin de contarles día a día, como ha sido mi proceso de reincorporación a la sociedad, así también como el proceso del verdadero arrepentimiento. Porque el ‘SUPREMO’ me dio la oportunidad de volver a nacer, porque recuperar la libertad luego de 23 años y 3 meses de la peor pena que un ser humano pueda pagar, como es estar aislado del mundo, es como volver a nacer”.

El 24 de enero de 2017, Popeye recibió el botón plateado de YouTube por sus primeros 100 mil suscriptores.

El Chapo, de vendedor de naranjas a marca de ropa

Antes de fugarse de la cárcel en 2015, Joaquín Guzmán Loera había instruido a su equipo de abogados que se tramitara el registro de su nombre como marca, por lo que se presume que pretendía hacer una película sobre su vida, como después salió a la luz después de que se filtraran las comunicaciones que sostuvo con la actriz Kate del Castillo y la entrevista que concedió a Sean Penn y que se publicó en la revista Rolling Stone.

Según Carlos Loret de Mola, en Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual rechazó un par de veces el registro dado que se trataba de un delincuente buscado por las autoridades. Y es que la hija del capo, Alejandrina Gisselle Guzmán, intentó registrar las marcas “Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán” y “El Chapo Guzmán” desde 2011. Sin embargo, en 2016 el IMPI registró una marca llamada “EL Chapo”, aunque no se precisó si correspondía al narcotraficante o a un cantante de música de banda que se hace llamar El Chapo de Sinaloa.

Foto: La Voz de Michoacán Alejandrina Gisselle Guzmán.

Tras la detención de Joaquín Guzmán Loera, su esposa, Emma Coronel, intentó lanzar una línea de ropa y accesorios inspirados en el sinaloense, en una colección que incluía sudaderas, playeras, sacos, encendedores, gorras, kits para vino y accesorios para celular. Algunos de estos artículos incluían la cara del narcotraficante.

http://www.vh1.com/video-clips/tkqcff/cartel-crew-el-chapo-s-wife-seeks-advice-from-michael-and-marie

Y es que El Chapo desató furor, al grado de que el mercado de la piratería se llenó de mercancía con su apodo y su imagen.

Las gorras y playeras alusivas al capo sinaloense se convirtieron en mercancías muy solicitadas en tianguis y mercados. Según la agencia EFE, en enero de 2016, El Chapo disputó el liderazgo en Tepito a deportistas, actores y cantantes.

Desde 2018, el alias del capo es una marca registrada en la Base Mundial de Datos sobre Marcas, donde existen 27 registros para “El Chapo” en países como Dinamarca, Francia, Filipinas y Estados Unidos, pero de entre todos, destacan cuatro en México de los que la titular es Alejandrina Gisselle Guzmán Salazar.

Alejandrina obtuvo cuatro registros de marca con el apodo de su padre, gracias a los cuales puede fabricar desde joyería hasta maletas, baúles y paraguas con la leyenda “El Chapo”.

Aunque no pertenece a la familia, también llama la atención un registro obtenido en 2017 por una empresa de Manila, Filipinas, para una marca denominada “El Chapo’s Filipino Mexican Food Cartel.

A pesar de que el trámite para la obtención del registro de marca lo habrían realizado la primera y la última esposa de «El Chapo»: Alejandrina Salazar y Emma Coronel a partir de 2016, la información se dio a conocer en 2016, donde se reveló que las beneficiarias no eran ellas sino Gissele.

Las dos esposas del Chapo presentaron 24 peticiones para registrar el apodo y nombre de Guzmán Loera, pero sólo fueron autorizadas cuatro y su vigencia concluye en 2020.

Pero el capo también llegó a la pantalla chica y plataformas digitales, esto mediante Netflix y Univisión, que produjeron la serie “El Chapo”, que, aunque los personajes tienen otros nombres parecidos, a los espectadores no les costó trabajo saber qué personaje representaba a otros narcotraficantes, funcionarios y políticos.

Por otro lado, el 5 de febrero del año pasado, Alejandrina Gisselle Guzmán dio a conocer la marca de ropa El Chapo 701, que comprende camisetas, joyería, bebidas alcohólicas, objetos de piel, camisas, cinturones, calzado, sombreros y trajes de baño para hombre y mujer. Todo con el logo de la marca: un círculo con las letras C y H decoradas y entrelazadas.

El número 701 hace alusión a la posición en que la revista Forbes puso al capo en la lista de los hombres más ricos del mundo en 2009.

Esta marca ya abrió su tienda en Guadalajara, Jalisco, en julio de 2019, y ahí se puede encontrar toda esta mercancía. Además, el 14 de enero de este año, fue presentada oficialmente la cerveza artesanal El Chapo 701, fabricada por la Cervecería La Chingonería, de la Ciudad de México, y los representantes legales de la empresa dijeron esperar que a mediados de este año ya se pueda lanzar de manera masiva al mercado, dado que el trámite de registro de la bebida sigue en trámite.

De esta manera, mientras los capos yacen unos en la tumba y otros en la cárcel, sus herederos o empresarios con visión seguirán lucrando con los nombres e imagen de quienes en su momento generaron miles de muertes y ahora generan dividendos de manera legal.