Insecticidas amenazan la supervivencia de las aves silvestres

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El Universal/La Voz de Michoacán

México. En América del Norte, el 74 % de las poblaciones de aves migratorias que dependen del hábitat agrícola han disminuido significativamente desde 1966, y los pesticidas podrían estar contribuyendo en parte a este declive.

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En los cultivos de arroz, maíz, colza, girasol, soja, frutas, verduras e incluso en los de plantas ornamentales, que atraviesan las aves en sus migraciones, se emplea un químico, el imidacloprid, que pertenece a los neonicotinoides, la clase de insecticida más utilizada en el mundo, para el control de plagas y el tratamiento de semillas.

El pesticida, que se comercializa desde mediados de los años 90, cuyo uso está estimado en más de 20.000 toneladas de sustancia activa al año, puede pulverizarse en las hojas o inyectarse en los troncos de los árboles, entre otras aplicaciones. En el 60 % de los usos se aplica en el suelo o directamente en las semillas, pudiendo afectar a insectos o vertebrados que las ingieren.

Hasta el momento, varios estudios habían demostrado que el compuesto perjudicaba a las abejas polinizadoras, actuando en su sistema nervioso central. Un nuevo trabajo, publicado en la revista Science, demuestra que el pesticida también impacta en los gorriones corona blanca (Zonotrichia leucophrys) que se alimentan de semillas tratadas que quedan en la superficie del suelo tras su dispersión.

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“Nuestra investigación muestra que si un pequeño pájaro cantor come solo algunas de estas semillas tratadas le causa efectos anoréxicos como la supresión de apetito y la rápida pérdida de peso”, explica a Sinc Christy Morrissey, investigadora en el departamento de Biología de la Universidad de Saskatchewan (Canadá) y autora principal del estudio.

Primera evidencia de los efectos negativos
Las científicas realizaron un experimento con gorriones, expuestos a pequeñas dosis de imidacloprid durante una escala en su migración de primavera al sur de Ontario (Canadá). Así pudieron comprobar que al consumir alimento cubierto de insecticida, las aves reducían su carga de grasa, lo que les hacía retrasar el momento de reanudar su viaje.

“Después de alimentarlas, mantuvimos a las aves durante seis horas para controlar los cambios en el peso corporal y el consumo de alimentos”, señala la experta que lleva 20 años trabajando en temas de ecotoxicología en aves y en neonicotinoides desde 2012.

Después, rastrearon su movimiento y comportamiento con nuevas tecnologías de marcaje ligero a través del Sistema de Rastreo de Vida Silvestre Motus. “Los gorriones que recibieron la dosis más alta de imidacloprid salieron en promedio 3,5 días más tarde que los pájaros de control”, revela Morrissey.

Además, esas mismas aves perdieron el 6 % de su masa corporal en las seis horas en las que estuvieron monitorizadas. Ambos resultados están asociados con el consumo del insecticida. “Las aves dosificadas comieron menos y es probable que retrasaron su vuelo porque necesitaban más tiempo para reponerse y recuperar sus reservas”, subraya Margaret L. Eng, coautora e investigadora en el Centro de Toxicología de la universidad canadiense.

Según las científicas, estos efectos podrían afectar severamente a las posibilidades de supervivencia y reproducción de las aves, ya que la migración es un período crítico para estos animales. “Cualquier demora puede dificultar su éxito en la búsqueda de pareja y en la anidación”, concluye Morrissey, para quien estas consecuencias podrían explicar, en parte, por qué las especies de aves migratorias y agrícolas están disminuyendo tan dramáticamente en todo el mundo.