Rinden homenaje póstumo a Julio Scherer en la FIL

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Recordado como un referente ético y moral, un personaje temido por los personajes del poder, fanático de la prensa escrita y un hombre que no concebía el periodismo sin la crítica, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) rindió esta noche un homenaje póstumo al escritor y periodista mexicano Julio Scherer García (1926-2015).

Ante un auditorio Juan Rulfo que lució abarrotado, los periodistas Carmen Aristegui y Rafael Rodríguez Castañeda, la escritora Elena Poniatowska, el académico Juan Ramón de la Fuente y Julio Scherer Ibarra, hijo del homenajeado, recordaron con cariño el legado de este personaje de quien dijeron que no le gustaba perder la noticia, pues "era perder la vida".

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Cada uno de los ponentes enalteció el legado periodístico del autor de obras como "Allende en llamas", "Niños en el crimen" y "Los presidentes", por mencionar algunas, al tiempo de compartir pequeñas anécdotas, muchas de ellas, amenas y divertidas sobre la personalidad y la manera de trabajar del periodista de quien el próximo 7 de enero se cumple su primer aniversario luctuoso.

Elena Poniatowska recordó la manera de ser de Scherer, en donde el periodista invitaba a Carmen Aristegui y a la propia Poniatowska a comer, pero no juntas, sino una a la vez. "Así era Julio muy especial", dijo.

La Premio Cervantes de Literatura habló también del último libro del escritor titulado "Las entrevistas para la historia" y comentó que entre los vacíos que dejó el autor "está su capacidad para hacer entrevistas".

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"Entrevistas excepcionales a los personajes que escogió; siempre dijo que deseaba hablar con Nelson Mandela, pero ese diálogo se le quedó en el tintero, pero alcanzó a conversar con Willy Brandt y con Thomas Borge", dijo.

"Preciso, intenso, directo, Julio le caía encima como un águila a su interlocutor y no lo soltaba, taladro o bisturí, nadie lo podía acusar de no reflejar con exactitud, el contenido y espíritu de las respuestas que los entrevistados daban a su preguntas", recordó Elena Poniatowska sobre Scherer.

La autora de "Hasta no verte Jesús mío", indicó que Scherer vivió cada instante de su vida dentro del periodismo y para la noticia, "nada lo distrajo nunca, cualquier indicio podía ser noticia, la más inocua de las palabras, una pista, nada se le podía ir y le era imposible dejar de cazar noticias, como lo haría una jauría detrás de la zorra o del conejo".

De acuerdo con la escritora, para el periodista, perder la noticia era perder su vida y agregó que todas las circunstancias de su vida, tenían que ver con el periodismo".

Destacó que dentro de Scherer no existía un solo rincón libre para algo que no fuera noticia y mencionó que su rostro intenso y listo para la confidencia era el de un cazador.

También dijo que dentro de sus entrevistados, "el periodista no pedía una declaración, sino la confesión de sus entrevistados moribundos, y exigía que le dijeran lo que no nos decimos ni a nosotros mismos y por ello, llegó a la conclusión de que todos sus entrevistados mentían porque ocultaban la verdad".

Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM, dio lectura de un fragmento acerca de un texto que le dedicó a Julio Scherer en el libro titulado "A quién le importa el futuro", en donde el propio De la Fuente habla de diferentes personajes que tuvieron influencia en su vida, incluyendo el periodista.

El académico recordó que la independencia y autonomía de Julio, no solo fueron formas de realización, individual, sino un acto de resistencia al clientelismo.

Dijo que recordarlo significa poner el valor de la amistad y de la gratitud como expresión de afecto en su justa dimensión, sobre todo en medio de una gran crisis humana.

"Scherer, no concebía al periodismo sin la crítica, ni a la crítica sin la investigación rigurosa que la diera sustento", señaló al tiempo que en el ejercicio de su oficio incomodó a muchos e irritó a varios y sacó de sus casillas a varios más.

Por su parte, Carmen Aristegui expresó su beneplácito por el homenaje y señaló que Scherer fue para ella, "el referente, el faro, el guía, el deber ser".

"La de Scherer es una figura emblemática, magnífica, al punto de convertirse en la leyenda que seguramente nunca hubiera querido ser", indicó la también periodista para quien a casi un año de la muerte tanto del homenajeado como de Vicente Leñero y a cuatro años de la Miguel Angel Granados Chapa, estamos viendo cuanta falta nos hacen".

"Los tres grandes que se fueron uno tras otro en tan corto tiempo, han dejado ese vacío que se siente, que se palpa, que se corta con cuchillo", expresó.

Destacó que hablar de Scherer es hablar de la historia de México, del mundo, es hablar de sus grandes capítulos y de cómo fueron contados.

Aristegui recordó brevemente el paso del homenajeado por "Excélsior", hasta la fundación del semanario "Proceso".

Rafael Rodríguez Castañeda, director de la revista "Proceso", evocó la amistad que entabló con Scherer, a la que encontró semejanza como alguien que "asciende a una cumbre escabrosa, al borde del abismo, subiendo y bajando monadas, deteniéndose para recuperar el aliento, escalando formaciones rocosas, sufriendo el pinchazo de arbustos".

Además, subrayó el significado de la obra periodística y literaria del homenajeado.

Comentó que estando en la cúspide de la montaña o de la amistad, "nuestros incidentes y accidentes, se vuelven anécdotas y orgulloso de la conquista, uno puede ver con claridad el horizonte".

Tras relatar sus últimos años en "Excélsior" y primeros en "Proceso", y parte de su personalidad, Rodríguez Castañeda indicó que lo que escribía Scherer estaba perfectamente pensado, aun en la improvisación.

"Esta es una pequeña parte de la esencia de la amistad que nos unió, por supuesto, la historia es mucho más larga que estos pequeños apuntes, pero sin duda es una historia que llevaría varios tomos para ocupar", indicó.