Uruguay comienza a vender marihuana en farmacias

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Montevideo. “Tengo 35 años y fumo marihuana desde los 14. Hasta ahora siempre tuve que comprar en las bocas del mercado ilegal”.

Santiago Piñatares es un albañil que la mañana del miércoles fue uno de los usuarios en adquirir marihuana legal en una farmacia de Uruguay, el primer país del mundo en regularizar el mercado del cannabis desde su siembra hasta su venta al público.

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“Poder comprar en forma legal en una farmacia es un gran avance y algo que tenemos que seguir perfeccionando”, agregó Piñatares a The Associated Press antes de retirarse de la farmacia Antártida, en el centro de Montevideo, satisfecho con su paquete de marihuana. “Uruguay está siendo vanguardia en el mundo en esto, como lo ha sido en otros temas, como el voto de la mujer o la ley de las ocho horas de trabajo”, agregó con orgullo el trabajador.

Otros compradores, en cambio, se disculparon por no hacer declaraciones para evitar que sus familias o sus empleadores sepan que consumen la hierba.

Poco antes, dieciséis farmacias uruguayas comenzaron a vender marihuana en lo que puede considerarse el paso final para aplicar una ley de 2013 aprobada en la nación sudamericana.

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En una de ellas, la farmacia Pitágoras del barrio Malvín, las existencias de cannabis se agotaron poco después del mediodía.

Según las últimas cifras oficiales, 4.959 personas se inscribieron para comprar la droga en los comercios. Piñatares tuvo que realizar una cola de unos 15 minutos en la vereda, en esta gélida mañana de invierno, hasta que llegó su turno de comprar la hierba debido a que un pequeño problema en el sistema informático demoró el expendio.

El Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) informó que los paquetes a los que acceden los clientes tienen “flores de cannabis —cogollos— envasadas en estado natural, desecadas, sin moler ni prensar” en dos variedades diferentes en “envases de 5 gramos (...) que aseguran la adecuada preservación de las cualidades del cannabis”. Los envases incluyen una estampilla de seguridad que garantiza su autenticidad y advertencias sobre los efectos de su uso.

“Hubo mucho trabajo puesto detrás de este día”, dijo a la AP Diego Olivera, secretario general de la Junta Nacional de Drogas. “Es un proyecto desafiante y complejo y hoy hemos dado un paso adelante”.

El precio del gramo de marihuana fue fijado en el equivalente a 1,30 dólares. Según Olivera, el precio se definió tomando en cuenta tres parámetros: costo de producción, la necesidad de que los productores y las farmacias tuvieran un margen de ganancia razonable y la búsqueda de un precio competitivo con el del mercado de la marihuana proveniente de Paraguay, que venden los narcotraficantes.

Las dos empresas seleccionadas por el gobierno para cultivar la hierba cobrarán 0,90 centavos por gramo y el resto del dinero se repartirá entre las farmacias y el gobierno, que lo usará para financiar programas de prevención.

El margen de ganancia de las farmacias será de 27%, dijo a la AP Sebastián Scaffo, propietario de la farmacia Tapié, en la Ciudad Vieja de Montevideo, otro de los comercios que se sumó al proyecto.

“Me gustó la idea de apoyar algo nuevo. Las cosas cambian en la medida que alguien se decida a cambiar. Por supuesto que tuve dudas y las tengo, pero me decidí porque creo que esto puede ser beneficioso para la sociedad. Y además también me puede servir comercialmente”, dijo Scaffo, de 33 años, que heredó la farmacia de su padre.

En Uruguay hay unas 1.200 farmacias y la inmensa mayoría no se sumó a la venta. El país se divide en 19 departamentos y solo hay establecimientos que venderán la hierba en 11. Ocho departamentos no tienen ningún comercio que la expida. En la capital, de casi un millón y medio de habitantes, solo cuatro farmacias venderán la droga.

Cada usuario podrá acceder a 40 gramos de la sustancia cada mes. Para registrarse hay que ser mayor de 18 años y ser ciudadano uruguayo o tener la residencia legal en el país.

Los compradores pueden concurrir a las farmacias sin necesidad de mencionar su nombre ni presentar documentos, ya que la comprobación de que están inscritos en el registro del instituto estatal se realiza mediante un lector de huellas dactilares.

El 70% de los inscritos son hombres y el 60% vive en la capital. El 40% tiene entre 30 y 44 años, mientras que el 30% tiene 45 años o más y otro 30% tiene entre 18 y 29.