HISTORIAS PARA MAMÁ | Este no es un libro para niños

En caso de que algún niño llegara accidentalmente a estas páginas, debería leerlas en compañía de un adulto, a pesar de que aquí son precisamente los niños quienes, a su manera, protegen a los adultos del desánimo.

“Me enorgullece que la primera palabra pronunciada por mi hijo, hace cinco días, haya sido, contra toda tendencia estadística, la palabra papá. Ahora la dice a cada rato. Todavía le cuesta, eso sí, articular la bilabial oclusiva sorda p, por lo que momentáneamente la reemplaza por bilabial nasal sonora”

Alejandro Zambra, Literatura infantil

Yazmin Espinoza

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Alejandro Zambra es el primer autor hombre que leo en mucho tiempo, y me da mucho gusto haberle dado la oportunidad, porque “Literatura infantil” es un libro breve, pero lleno de grandeza.

Tal vez todos los padres somos, en el fondo, padrastros de nuestros hijos. La biología nos asegura un lugar en sus vidas, pero igual ansiamos que nos elijan como padres. Que alguna vez digan esta frase tan maravillosamente rara: mi padre fue mi verdadero padre”.

Aunque este singular e inclasificable libro de Alejandro Zambra se llama Literatura infantil, conviene advertir que incluye un magnífico cuento que gira en torno al lenguaje grosero y un relato directamente lisérgico en que un hombre intenta, en pleno viaje terapéutico de hongos, volver a aprender el dificilísimo arte de gatear. En caso de que algún niño llegara accidentalmente a estas páginas, debería leerlas en compañía de un adulto, a pesar de que aquí son precisamente los niños quienes, a su manera, protegen a los adultos del desánimo, el egocentrismo y la dictadura del tiempo cronológico.

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Accedemos así a un tratado falsamente serio o seriamente falso acerca de la “tristeza futbolística” o a una conmovedora historia de la pasión de un padre por la pesca, el mismo que unos años más tarde le regala a su hijo un pasaje a Nueva York a condición de que se corte el pelo, y que mucho más tarde inicia con el nieto en la distancia una conversación extraordinaria, una intimidad tan natural ahora como antes imposible y largamente anhelada.

Diario de paternidad, “carta al hijo” y ficción pura conviven en extraña armonía a lo largo de este libro, que puede ser leído como un manual heterodoxo para padres debutantes, o simplemente como un nuevo y brillante capítulo que enriquece la obra magnífica de uno de los escritores latinoamericanos más relevantes de las últimas décadas.

Para mí, este libro es una carta de amor de Zambra hacía su hijo Silvestre, pero también hacía su yo como hijo, y hacía su padre, que aparece en algunos de mis capítulos favoritos del libro.

“He conocido a hombres que ejercen la paternidad con lucidez, humor y humildad, pero también he visto a amigos queridos, que parecían tener el corazón bien puesto, alejarse de sus hijos para entregarse a la recuperación desesperada y caricaturesca de su juventud. Y también abundan quienes enfrentan la pulsión de la muerte agobiando a los niños a punta de misiones y decálogos, con la explícita o velada intención de prolongar a costa de ellos sus sueños interrumpidos.”

Tengo que aceptar que me animé darle play a este libro en Storytel, al saber que trataba sobre Silvestre, un pequeño que también ya conocí un poco a través de los ojos de su madre, Jazmina Barrera, en “Línea nigra”. Pero me encantó ver el nacimiento y crianza del niño a través de los ojos de su padre. Y es que aquí encontramos un relato lleno de ternura, amor e, incluso, eposidios de rabia, ya que el convertirse en padre llega también con muchos retos y dificultades. 

La prosa y versos alrededor de su paternidad, se complementan de manera enternecedora con su papel como hijo, ya que en varias entradas del libro podemos ver historias en las que habla sobre su padre, y también la relación de este con su nieto.

Así, “Literatura infantil” no es un libro para niños, pero sus páginas nos hacen conectar con los nuestros y con los que fuimos. Es uno de esos textos que al terminar, quieres decirle a todo el mundo que lo lean, porque está lleno de belleza sobre la vida.

“-¿Y por qué quisiste tener un hijo? En estos pocos meses como quince personas se han permitido preguntarme eso.

-Lo que en realidad quiero es ser abuelo, este es solo el paso previo -respondo, por ejemplo.

O bien:

-Porque estaba harto de los gatos.

-Porque ya era hora.

-Por motivos personales.

-Porque estoy enamorado.

-Por curiosidad.

Me gusta particularmente esta última respuesta, tan delicada y banal. Acaso sería mejor hablar de curiosidad intelectual o de afán experimental. O apelar al deseo de aventura, a la prestigiosa sed de experiencias, a la necesidad de comprender la naturaleza humana. Pero me gusta más la respuesta sencilla, a lo Pandora”.


 

Yazmin Espinoza es comunicóloga enamorada del mundo del marketing y la publicidad. Apasionada de la literatura y el cine, escritora aficionada y periodista de corazón. Mamá primeriza. Lectora en búsqueda de grandes historias.

Instagram: @historiasparamama