Ser educadoras en las aulas y madres de familia en casa, el gran reto de las maestras michoacanas

Las docentes viven especiales desafíos con otros niños y la paradoja de no tener mayor tiempo para dedicar a sus propios hijos

Juan Bustos / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. El rol de madre lo puede cumplir otras figuras para la crianza en nuestra sociedad, una de ellas son las maestras, en particular las educadoras, donde a pesar de que lo que marca la “línea profesional”, son inevitables los lazos de cariño que se generan, pero también como madres enfrentan, desafíos como son el cuidado de los propios hijos.   

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En entrevista con La Voz de Michoacán, la educadora Glenda López López, con más de 10 años de labor frente a grupos de niños pequeños, señaló que la pregunta sobre qué significa ser mamá puede parecer muy simple y abstracta de arranque, sin embargo, es algo muy complejo y en el marco de la celebración por el 10 de mayo en México se destaca el papel fundamental que tienen las madres como educadoras en la formación de los niños: los suyos y los de otras familias.

Se sinceró que, como educadora y madre, considera que las mamás tienen un papel fundamental en la educación de los hijos, ya que son las primeras personas con las que los niños tienen un vínculo emocional y aprenden a comunicarse. Además, aunque sea por cuestiones impuestas socialmente como los roles de género, las madres son quizá las principales responsables de transmitir valores y principios, como el respeto, la honestidad y la solidaridad.

“La educación es una tarea que debe ser asumida por la familia en su conjunto, y en este sentido, la madre es una pieza clave en la formación integral de los hijos”, explicó.

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La educadora manifestó que, precisamente, uno de los principales desafíos es el equilibrio entre el cuidado de los hijos y el trabajo fuera del hogar. “Muchas madres enfrentan una doble jornada laboral, lo que puede generar estrés y agotamiento físico y emocional”, refirió.

Explicó Glenda López que en particular el papel de ser educadora y madre es similar en cuanto a la responsabilidad de formar a los niños, aunque hay diferencias en la forma de ejercerlas: “aunque ser educadora tiene una gran responsabilidad, no es lo mismo que ser madre”.

“La conciencia de esta responsabilidad es crucial para ofrecer lo mejor a los niños. Además de que muchos niños son hijos de madre soltera o incluso fallecida, lo que hace que la línea entre lo personal y lo profesional se difumine, ya que el alumno necesita la atención en temas emocionales que, en ocasiones, únicamente una figura materna puede cubrir”, compartió en la charla con esta casa editorial.

Glenda López expuso que, justamente, ante estos contextos tan complejos de empatía, cuidado y atención, las madres y educadoras necesitan tener una red de apoyo y guía para mejorar en temas como los hábitos y la crianza de los niños. “Los hijos de los maestros, por ejemplo, son especialmente vulnerables y requieren una atención especial”, consideró.

Le pareció a la educadora paradójico que en estas celebraciones del Día de la Madre o incluso del padre los trabajadores de la educación son los que más padecen no estar en eventos o no disfrutarlos como espectadores.

La maestra explicó que otro tema que ve o cree que afecta a los alumnos mucho es que se deja a las nuevas tecnologías parte de su formación y muchas veces una padre o madre quiere estar con sus niños, pero busca entretenerlo con un dispositivo electrónico; “es como si no estuviera y por ello debe verse con responsabilidad este tema, ya que es algo que sí afecta sus dinámicas de aprendizaje incluso”, reflexionó.

A pregunta expresa, valoró que uno de los temas que es especialmente sensible para las y los pequeños es el cariño que hay con las educadoras y lo difícil de las separaciones; “como maestras entendemos este tema, por eso es importante que con los padres de familia se trabaje y que ellos generen una mayor cercanía”.

Se generan vínculos afectivos

Glenda López explicó que quizá una de las historias más emotivas que le tocó vivir cuando atendió a un grupo fue un par de gemelos que desarrollaron un fuerte vínculo afectivo el año en que estuvieron con ella; “su mamá llegó incluso, a señalar que tenía celos de como hablaban de mí como maestra”.

Sin embargo, al año siguiente al cambio de docente y de salón enfrentó un tierno reclamo de los niños al decirles que si ya no los quería al no estar de nueva cuenta con ellos; “por eso es importante que las niñas y los niños reciban la atención de sus padres”, concluyó.