La Popular, una de las primeras droguerías en Morelia

Guiados por las ancestrales recetas de ungüentos, polvos, pociones, cápsulas, pomadas y jarabes, siguen dando salida a los malestares de la población moreliana.

Foto: La Popular.

Paola Franco / La Voz de Michoacán

Citrato de cafeína, nuez de kola en polvo y tintura de manzanilla, son algunas de las palabras que se leen en las etiquetas de los frascos que alberga La Popular, esta ancestral botica que al pasar de los años ha visto crecer la ciudad vallisoletana.

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La Popular es una de las primeras droguerías morelianas, como solían llamar a las farmacias en las que se "cocinaban" los medicamentos para aliviar diversos tipos de malestares.

El día que abrió sus puertas

Un 30 de septiembre de 1911, en un local situado en la esquina de la avenida Madero Poniente y la calle Valentín Gómez Farías, que en aquellos ayeres postraban letreros con los nombres de 2ª Nacional y 6ª de Hidalgo respectivamente, abrió sus puertas la farmacia por la que han pasado generaciones de morelianos.

“La Popular” nació en la mente de Porfirio Martínez Morales y se materializó en aquella esquina donde después estaría “Roma”, un conocido hotel que  fuera derrumbado, dejando el espacio de la que ahora es la explanada del Mercado de Dulces y Artesanías.

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Con dos horas de música y refrescos, preparados por el también iniciador de la Alianza Francesa, se inauguró en aquellos ayeres una de las farmacias más antiguas de la ciudad vallisoletana; como el archivo de Iván Mota Velasco amante de la historia capitalina relata: “a la usanza de las boticas de aquel entonces”.

Una mezcla de agua común con jarabe simple, esencia de fruta, color vegetal y un toque de agua de sifón carbonatada, fue el “refresco” que se ofrecía la tarde de un 30 de septiembre de hace más de un centenario, al abrir las puertas de la farmacia a la Ciudad de las Canteras Rosas en la llamada Calle Real, ahora Avenida Madero.

Guerrero, Jalisco y Guanajuato pudieron formar parte del crecimiento que tuvo la botica, cuyos proveedores no sólo eran de México, ya que se ofrecían productos de Estados Unidos, Alemania, Francia y Suiza para tener “la casa llena”.

Parte del inmueble de la farmacéutica era el lema “Integridad comercial y honradez profesional  ante todo y para todo”, frase con la que se trasladó en 1939 a la calle Allende en el número 15-C, para pasar después a la colonia Vasco de Quiroga en las calles Obrajeros de Nurio y Madrigal de las Altas Torres.

Son tres las generaciones que ya han estado detrás del mostrador de la antiquísima botica; guiados por las ancestrales recetas de ungüentos, polvos, pociones, cápsulas, pomadas y  jarabes que siguen dando salida a los malestares de la población moreliana.

Martinol, una de las primeras recetas

Más de 400 mil recetas surtidas ha registrado “La Popular”; en el mostrador aun se ofrecen las fórmulas originales de medicinas como el Martinol, un analgésico creado por el fundador de la farmacia, así como el talco oriental, que también preparaba en los inicios del negocio, Don Porfirio Martínez.

El nombre de Doña María Peñaloza Martínez aun resuena en los relatos sobre la farmacia que fundó su esposo, quien en la juventud fue también su maestro en la Academia de Niñas.

No sin el apoyo de esta mujer, Porfirio Martínez puso los cimientos de la popular farmacia, que fortaleció la familia de ocho hijos que formó el matrimonio.

José y María Luisa fueron los dos sucesores que mayor injerencia tuvieron en la botica, donde también han colaborado los nietos Eugenio Martínez Macouzet y Roberto Márquez Martínez.

Por La Popular han pasado “morteros, matraces, balanzas, albarelos y sustancias naturales y químicas…decenas de trabajadores y practicantes de Farmacia, muchos de estos, alumnos del profesor Martínez quien, maestro de generaciones, llegó a decano de la Escuela de Farmacia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo”, relata un texto emitido por dicha institución farmacéutica, y que resguarda en su archivo, Iván Mota Velasco Hernández.

La Popular fue un pilar en la formación de muchos de los primeros médicos de la ciudad y la salvación más popular para remediar los males de lo morelianos.