¿Por qué Morelia está viviendo una ola de calor atípica?

Las altas temperaturas tienen varias consecuencias, entre las que destaca la afectación en las especies animales y vegetales de la capital michoacana.

Imagen: Elizabeth Zavala / La Voz de Michoacán.

Arturo Molina / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Atípicas han sido las altas temperaturas que se viven en la ciudad de Morelia en las últimas semanas. El cambio climático, la destrucción de los ecosistemas vecinos y otros factores inciden en que la capital del estado haya superado el calor de la costa michoacana.

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El calor no es el único indicador que demuestra el cambio de temperatura. En los últimos años ya se han detectado especies de aves oriundas de regiones tropicales y de la tierra caliente que se han desplazado a la ciudad de Morelia. 

Por el contrario, los bosques que en algún momento caracterizaron al valle de Guayangareo, en donde hoy existe Morelia, han desaparecido y los pinos se han ido ‘desplazando’ hacia la zona oriente del estado, producto del intenso calor y malas condiciones para estas especies arboladas. 

En entrevista, Ricardo Luna García, titular de la Secretaría de Medio Ambiente Cambio Climático y Desarrollo Territorial (Semaccdet), señaló que el calor que se ha recibido en la temporada no ha sido un caso aislado. 

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Foto: Samuel Herrera Jr.

"Estas temperaturas ya están desplazando a las plantas; por ejemplo, el bosque, cada vez más algunas especies de pinos están encontrando más condiciones en la parte más alta de los cerros y están perdiendo la viabilidad en zonas más largas. Especies de plantas también se mueven por el cambio de la temperatura. Hace algún tiempo no había zancudos y ahora los hay por todos lados", aclaró. 

Una de las dudas de ciudadanos de esta capital refiere que cada año el calor es más intenso; al respecto, la autoridad ambiental reconoce el aumento en los indicadores de los termómetros que, durante esta temporada, ya han alcanzado hasta los 32 grados de temperatura. 

El crecimiento de la plancha de concreto es un factor determinante. La desaparición de las áreas verdes, de los árboles en las vías públicas y la falta de pulmones en la ciudad ha incidido en un aumento en la temperatura. 

Este incremento corresponde al menos a un grado, el cual representa un desequilibrio ambiental y de sensación térmica importante para la población moreliana.

Foto: Samuel Herrera Jr.

La ciudad capital ha presentado un déficit importante en cuanto a disposición de áreas verdes en cuanto a la zona urbana se refiere. Cuenta con apenas una tercera parte de las áreas naturales arboladas, tanto en el medio rural como en el medio urbano, recomendadas por organismos internacionales para mantenerse en armonía con el medio ambiente.

Y es que según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) una ciudad de las características de Morelia debería tener hasta 12 metros cuadrados de área verde por habitante, de las cuales apenas cuenta con 4.

La última medición en cuanto a la temperatura de la entidad evidenció un aumento de 0.8 grados centígrados respecto a la media histórica, temperatura que se mantuvo estable entre 1960 y 1990.

Especialistas advirtieron que, si bien se observa menos de un grado de temperatura como aumento, el desequilibrio que genera esta variación puede generar desde altas temperaturas hasta inviernos cada vez más fríos.

Afecta flora y fauna

Según información del Dr. Cuauhtémoc Sáenz Romero, investigador y coordinador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), esta tendencia ya ha generado afectaciones directas a las especies de nuestro estado, sobre todo en lo que refiere a la flora.

Sáenz Romero advirtió sobre el caso concreto de Morelia, en donde la temporada de calor es cada año más intenso, así como el caso de tormentas invernales en el oriente michoacano que devastaron reservas naturales recientemente.

Se ha identificado casos de muerte repentina de árboles como en el caso de San Juan Nuevo y la biosfera de la Mariposa Monarca; esta última región al ser tan políticamente protegida y renovada constantemente en su núcleo forestal el fenómeno ha pasado prácticamente desapercibido. 

No obstante, el especialista evidenció que desde hace años se ha observado una incapacidad de los árboles de bombear agua hasta la copa y las ramas, lo que produce una muerte repentina.