El primer lugar

El desempeño educativo en Michoacán ha estado por los suelos desde hace mucho tiempo debido a diversos factores, sin embargo, aún se puede hacer algo para generar cambios y transformaciones dentro de la administración educativa para optimizar las oportunidades de aprendizaje de niños y jóvenes.

Editorial

El reconocimiento oficial de que Michoacán está en el sótano en desempeño educativo no suenan a haber descubierto el hilo negro. Es del dominio público que Michoacán ha estado refundido en el sótano de los indicadores educativos durante este siglo. Pero no se sabe que haya un diagnóstico reciente ni un estudio profundo al respecto promovido por la autoridad educativa estatal. Si bien, existen apertura y actitud de generar cambios y transformaciones al interior de la administración educativa estatal para mejorar las condiciones en donde maestras y maestros reciban lo mejor en infraestructura, materiales, recursos, formación continua, salarios en tiempo y forma, entre otros, para optimizar las oportunidades de aprendizaje en niñas, niños, adolescentes y jóvenes michoacanos, el mero reconocimiento de la situación sin piezas de evidencia no basta.

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Los factores y causas son múltiples, pero las directas al contexto escolar muy probablemente sean la enseñanza deficiente, por malas prácticas y didáctica no entendidas, estudiadas o implementadas; la niñez y adolescencia ausente de las aulas, las familias que migraron por cuestiones de inseguridad o pobreza; el abuso, acoso o maltrato escolar y la ausencia de docentes, además de la herencia de escuelas paupérrimas y sobrepolitizadas.

En fin, la lista interminable debe ser soportada con estudios serios, para poder implementar políticas que solucionen la problemática e incluso, permitan sancionar a los responsables de esta catástrofe educativa perenne. 

Si bien hay enormes esfuerzos de ir recuperando la rectoría de la educación, la problemática no se resolverá de un día a otro. Los esfuerzos de asumir la titularidad de este órgano de dirección, es un gran avance, pero esto apenas es un pequeño eslabón de las titánicas tareas que deben desplegarse para ir abatiendo el rezago educativo, que probablemente nos acompañará este sexenio y los que vienen, más aún si se retrocede.

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