Bloque opositor: riesgos a la vista

En el radar de la elección estará casi la mitad de la representación política del país, pero lo cualitativa y verdaderamente importante es algo más que eso: ahí se someterá a veredicto ciudadano el destino de México

Leopoldo González

Mucho es lo que estará en juego para México en el proceso electoral de 2021, que, a juzgar por las divisiones y la polarización que vive el país, será la contienda más plebiscitaria, más enconada y más reñida de que tengamos memoria en el México moderno.

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No son simplemente 15 gubernaturas, más de mil presidencias municipales, varias legislaturas locales y cientos de curules en la Cámara de Diputados, lo que habrán de decidir los mexicanos en las urnas.

Es cierto que en el radar de la elección estará casi la mitad de la representación política del país, pero lo cualitativa y verdaderamente importante es algo más que eso: ahí se someterá a veredicto ciudadano el destino de México.

Es decir, no será el de 2021 un proceso electoral de rutina ni una justa electoral cualquiera, sino la elección más decisiva del México reciente, donde habrá de determinarse si podemos restaurar la democracia en México o si hemos de tener -de aquí en adelante- el paso franco a una dictadura populista, como la que padecen Venezuela y otros países de América Latina.

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El frente de partidos o bloque opositor mexicano que trae al ´amlomorenismo´ en la frente, como su rival a vencer, tiene dos ejemplos muy a la mano, y muy recientes, para escoger la ruta por la que desee transitar: por un lado, la estrategia de unificación total que hizo a un lado egos y diferencias ideológicas, que cocinó en su interior una fórmula ganadora y logró que Joe Biden fuese el próximo presidente de los Estados Unidos; por otro, el referente de una Venezuela aturdida, que tuvo elecciones parlamentarias el pasado domingo, en las que -ante la debilidad, la falta de pericia y el repliegue de la oposición- el oficialismo postchavista del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ya concentra en su poder todos los poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo, el judicial, el electoral, el de auditoría gubernamental, el mediático, el social y los demás que se acumulen. La fórmula para aplastar y borrar a la oposición en Venezuela fue muy sencilla: “El que no vote, que no coma”. El hampón de Diosdado Cabello no cabía de gusto en su adiposa humanidad el domingo por la noche.

La oposición mexicana, a veces, da la impresión de no tener cabal conciencia de lo que estará en juego en 2021, y de lo que esto podría llegar a significar para el país -en términos de riesgo histórico- en los años que vienen.

Tres cosas deben evitarse en un bloque opositor que deveras quiera restaurar la democracia para salvar a México: pensarse a sí mismos como el ombligo del mundo o la última coca-cola en el desierto; privilegiar parroquianismos o capillismos donde debe prevalecer la estatura y majestad de una Catedral; creer que el ego inflado en campaña puede más que la X de México en la frente.

Otras dos cosas que debe evitar el frente de partidos son: (1) hacer cualquier alianza o una alianza cualquiera, para sentir que dos o tres soledades juntas hacen una compañía y crean un polo de fuerza; (2) lanzar a cualquier candidato o a un candidato cualquiera, creyendo que si no crece por carisma y trabajo a ras de tierra crecerá porque grandes son los cielos. Cualquiera de estos dos errores podría ser fatal.

Lo que se ocupa para impedir que Michoacán caiga en las garras de Morena, es un experimento político fresco, novedoso y atractivo -mezcla de personalidad, alianza con la sociedad, discurso y marketing- que responda al desafío histórico que hoy viven Michoacán y el país.

Entre otras cosas, se ocupa no escoger un candidato frentista por filias o fobias de nadie, ni por una impronta de carácter regionalista, sino porque puede crecer y vencer en las urnas toda la maquinaria y el aparato de Estado que le caerán encima. La fórmula es muy sencilla: si el bloque opositor es un corcel “pura sangre”, ese caballo necesita un jinete de excelencia que conecte con la sociedad.

En el momento que viven Michoacán y el país, cuidar la pureza de una filiación ideológica o jugar al antipriismo, al antipanismo o al antiperredismo, e incluso quedarse a patinar legítimamente en agravios del pasado, pueden ser móviles o resortes inconscientes que favorezcan una eventual victoria del enemigo común, cuando lo que se ocupa son acciones afirmativas por Michoacán y por México.

En política, las decisiones calientes o tomadas con la química del hígado producen resultados calientes, que no siempre son los más deseables ni los mejores.

Si hoy se extraña en México la democracia razonablemente buena que teníamos, es porque sabemos que la distorsión actual de la democracia podrá conducirnos, tarde o temprano, al populismo autoritario del que otros países vienen huyendo.

La altura de miras, en ciertas épocas de la historia, consiste en dejar el narcicismo individual o de partido en la bodega, para salir al encuentro de la promesa de vida y la esperanza pragmática que hay en los otros.

Pisapapeles

Andrés Manuel, Ramiro, Pío, Concepción Falcón (la cuñada), Jéssica Moreno Torres (la otra cuñada), Felipa (la prima), su hija (que administra dos resorts por donde pasará el Tren Maya) y los tres hijos mayores de AMLO. El fango de la corrupción no tiene fondo.

leglezquin@yahoo.com