PUNTO NEURÁLGICO | Don Víctor Manuel

Un día como hoy nació Don Víctor Manuel Gómez Posada, un hombre cuya pasión siempre fue la música y su familia, un cancionero autodidacta que Morelia adoptó como a uno de los suyos.

Luis Sigfrido Gómez Campos

Hoy 24 de enero determinó la Organización de las Naciones Unidas ONU, la celebración del Día Internacional de la Educación; en un día como este también nacieron, entre muchas otras celebridades, el cantante y médico Alfonso Ortiz Tirado, el poeta Gabriel Zaíd, así como el Emperador del Imperio Romano, Adriano, pero este hace casi dos milenios. También un 24 de enero, pero de 1916 nació en el barrio bravo de Tepito, en el centro de la ciudad de México, Víctor Manuel Gómez Posada, quién al final de su vida sería conocido como Don Víctor, o simplemente Víctor, como lo llamaban sus amigos que se dedicaban a la música en la ciudad de Morelia.

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Víctor Manuel vivió una infancia de pobreza y debido a esa condición pocos fueron los grados que cursó en la primaria; sin embargo, desde pequeño, de manera autodidacta, se aficionó a la lectura. Toda su vida fue un ávido lector, lo que lo dispuso a tener una ortografía impecable, una riqueza de lenguaje envidiable y una caligrafía que podría calificarse de artística.

Su pasión fue la música y su familia, todo lo demás fue accesorio en su vida.

De pequeño, cuando andaba en la vagancia en la Ciudad de México, Víctor Manuel llegó a colaborar con Don Samuel M. Lozano, creador del famoso corrido Tampico Hermoso. El compositor vendía las partituras de sus canciones en las calles, y para llamar la atención de los transeúntes, las canciones eran interpretadas por el niño Víctor, que, a modo de los viejos juglares, anunciaba lo que la gente debía conocer para comprar.

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El recuerdo que tenía Víctor Manuel de Don Samuel M. Lozano, era que se trataba de un hombre ya grande de edad en los primeros años de la década de los veinte. En el puerto de Tampico existe un busto del compositor instalado en la parte central de un lugar conocido como Plaza del Mariachi o Plaza del Triángulo, la placa metálica empotrada en la base del busto consigna como fecha de nacimiento, 1869 y, como fecha de su muerte, 1977, lo que ha llevado a muchos a presumir de falsa o imprecisa la fecha de su nacimiento, porque, de ser ciertas las fechas consignadas, el compositor habría vivido 108 años.

La biografía de Don Samuel M. Lozano, publicada en la página oficial de la Sociedad de Autores y Compositores de México, se anota como fecha de su nacimiento el 10 de junio de 1881, con una nota aclaratoria: “existe duda respecto al año”. Por lo que se podría inferir que, junto con los recuerdos de Don Víctor, tal vez los datos de la placa del busto del compositor de “Tampico Hermoso”, no sean tan imprecisos.

En fin, estos recuerdos de Víctor Manuel sólo son un elemento a aclarar para la cultura popular mexicana. Lo cierto es que Don Víctor nunca dejó la música, o, mejor dicho, la música nunca lo dejó porque llegó a constituir la actividad principal de su vida laboral. Se hizo cancionero y emigró, junto con su esposa Emma Justina y sus primeros hijos, a la capital michoacana, ciudad que lo acogió y lo hizo moreliano por adopción.

Víctor Manuel tuvo diez hijos y a todos los mantuvo trabajando como cancionero, como dijera René, el Señor de la Canción, como “cancionero de cantina”. Siempre fue primera voz y guitarrista.

Después, en los últimos años de su vida, como profesional de la música, trabajaba solamente como guitarrista con el maestro Manuel Rascón y con el conocido pianista Guillermo Gil, alternado con músicos de atril de la talla del doctor José Guadalupe Herrera, mejor conocido como “Pepe Herrera”, quien fuera director de la escuela de Bellas Artes, violinista de la Sinfónica de Michoacán y miembro fundador del cuarteto de jazz de la Universidad Michoacana.

El compositor predilecto de Don Víctor Manuel fue el jalisciense Gonzalo Curiel, del cual presumía saber la mayoría de sus canciones. Cuando, en su programa de radio, el doctor Abdiel López Rivera le adjudicó al Lic. Raúl Murillo el título honorífico de ser el mejor “curielista” de Morelia, Don Víctor estableció contacto con el Lic. Murillo, para, en buena lid, saber quién sabía más canciones de Gonzalo Curiel. De ahí nació una magnífica amistad que perduró hasta el día de su muerte.

De don Víctor Manuel Gómez Posada aprendí a cantar las mejores canciones de Gonzalo Curiel, melodías solamente apreciadas por los viejos conocedores: Temor, Sorpresa, Casualidad, Llévame, Vereda Tropical, Traicionera y muchas otras que el viejo cancionero conocía.

El maestro René, virtuoso ejecutante de la guitarra y gran compositor moreliano, llegaba a consultarlo para recrear algunas piezas que sólo su memoria guardaba.

Recuerdo a Don Víctor Manuel, ya viejo, en su tienda de abarrotes, tocando siempre con su guitarra, obsesivo perfeccionista de los requiebros armónicos, siempre fiel al bolero.

Solía decir que no le gustaba la música ranchera; sin embargo, durante un viaje que duró varios meses a la frontera de los Estados Unidos, cuando lo invadió la tristeza por el recuerdo de Emma Justina, bajo el influjo de una copa, pedía que le cantaran hasta la saciedad, hasta las lágrimas, esa canción de José Alfredo Jiménez que dice: “Estoy tan lejos de ti y a pesar de la enorme distancia, me siento juntito a ti, corazón, corazón, alma con alma, y empiezo a sentir tus besos, no importa que estés tan lejos”.

Don Víctor Manuel, mi padre, un día, murió víctima de un infarto al miocardio. Fue su pasión la música y el amor a su familia. Un día como hoy, si viviera, cumpliría 106 años.

luissigfrido@hotmail.com