Michoacán cumple un año de epidemia: COVID-19 ha costado 4 mil 810 vidas en el estado

Hoy se cumple un año desde que se anunciaron los primeros contagios de coronavirus en la entidad, y hasta ahora 55 mil 782 personas se han contagiado.

Foto: Víctor Ramírez, La Voz de Michoacán.

Osiris Olachea / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Hace un año, el gobernador del estado, Silvano Aureoles Conejo, anunció ante los medios de comunicación la temida noticia: el COVID-19 había llegado a Michoacán. Esto marcó el inicio de la epidemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 en la entidad, la cual ha costado 4 mil 810 vidas y ha afectado a 55 mil 782 personas que han dado positivo.

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Los primeros contagios fueron tres hombres y una mujer: uno de nacionalidad española, de 72 años de edad; el segundo de nacionalidad mexicana de 36 años; la mujer de 57 años de edad también es mexicana, y el cuarto paciente, quien viajó con ella, mexicano también, tenía 57 años al momento de reportarse el contagio.

El 21 de marzo de 2020, el mandatario michoacano confirmaba que las cuatro personas estaban aisladas, tres de ellas en Morelia y uno en el municipio de Lázaro Cárdenas. Sin embargo, ya era imposible contener lo que se avecinaba: dos oleadas de contagios, hospitales saturados, clases suspendidas, negocios cerrados, pérdidas económicas, familias incompletas y un sinfín de consecuencias que todavía no acaban.

El coronavirus llegó a Michoacán por el mar. El puerto de Lázaro Cárdenas se convirtió en seguida en el epicentro de la epidemia. Los cuatro primeros casos fueron importados, es decir, los portadores estuvieron en contacto con personas de otros países donde había brote de la pandemia.

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El gobierno del estado echó a andar enseguida todo su andamiaje institucional para preparar hospitales, reconvertir camas, capacitar al personal médico, conseguir insumos, planear apoyos y toda una serie de medidas tendientes a contener lo más posible una oleada de contagios masivos, pues si la capacidad hospitalaria se veía rebasada, hubiera sido más difícil atacar la epidemia.

El mensaje fue muy claro: hay que quedarse en casa. Autoridades federales y estatales lo pidieron una y otra vez. Era la medida más eficaz para evitar la propagación del virus. Pero fue casi imposible. Aunque por momentos la movilidad sí se redujo en el estado, muchas personas no pudieron quedarse en casa, pues si no trabajaban no comían. Otras simplemente relajaron las medidas. Así, de persona en persona, el coronavirus se fue expandiendo poco a poco hasta llegar a todos los municipios de Michoacán.

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Los momentos más críticos fueron cuando los hospitales llegaron su máxima capacidad. Ya no había camas para atender a pacientes con COVID-19, por lo que muchos debieron quedarse en casa. Filas y filas de familiares se veían afuera de los negocios de oxígeno medicinal en espera de recargar sus tanques para quienes los esperaban en casa, enfermos.

El impacto económico fue otro de los grandes golpes. Negocios se vieron obligados a cerrar sus puertas y muchos de ellos nunca las volvieron a abrir. Apenas hace unas semanas se permitió la reapertura de establecimientos, y aún hoy los bares y centros nocturnos deben operar con limitaciones de horario y aforo.

Michoacán no se ha recuperado. La epidemia no se ha terminado. Todavía quedan días en que morirán más personas y habrá más contagios. Aunque por ahora la entidad vive un respiro de la epidemia, con una desaceleración de contagios y muertes, así como una despresurización de los hospitales, enfrente se vislumbran amenazas: el periodo vacacional, Semana Santa y el inicio de las campañas políticas constituyen un riesgo de que el estado viva una tercera ola de contagios.

Las autoridades sanitarias tienen la mirada puesta en este futuro inmediato para evitar más contagios, pero la mejor medida de prevención sigue siendo la misma: nosotros mismos.